Eso si quiere garantizar condiciones óptimas para los atletas en los Juegos de Londres en el 2012.
Bloomberg. Londres, cuya contaminación aérea está entre las peores de Europa, quizá tenga que prohibir la circulación de automóviles y reprogramar actos durante los Juegos Olímpicos de 2012 a fin de asegurar que haya condiciones óptimas para los atletas, dijo un reconocido científico de calidad del aire.
La capital británica está en una 'nueva era' de contaminación aérea, en su mayor parte causada por emisiones de automóviles, furgonetas y autobuses con motores diésel, explicó el profesor Frank Kelly, director del Grupo de Investigación Ambiental de King's College.
La ciudad de 7,5 millones de habitantes tiene el peor registro de contaminantes de dióxido de nitrógeno entre las capitales europeas y uno de los peores en materia de partículas aéreas.
Políticos como el alcalde londinense Boris Johnson no están haciendo lo suficiente para limpiar el aire, señaló Kelly. Pekín el año pasado y Atenas en 2004 tuvieron que tomar medidas extraordinarias contra la contaminación aérea durante los juegos.
"Que tengamos unos meses de buena calidad aérea durante las Olimpiadas estará totalmente en manos de los dioses, dependerá de las condiciones meteorológicas", afirmó Kelly en una entrevista el 11 de noviembre.
Los organizadores quizá tengan que limitar el tráfico, reprogramar actos para un momento del día con mejor calidad aérea o trasladarlos a sitios menos contaminados, según afirmó Kelly.
El Reino Unido está gastando 9.300 millones de libras (16.000 millones de dólares) en construcción para los juegos, uno de los mayores proyectos edilicios de Europa. Entre las obras están las del Parque Olímpico principal en el este de Londres. Los organizadores esperan la asistencia de 14.000 atletas, junto con 20.000 personas de medios periodísticos, y es posible que vendan 9 millones de boletos.
La contaminación del aire de Londres se remonta a la Edad Media, cuando se quemaba carbón blando en hogares, cervecerías y fábricas, según The Big Smoke (El gran humo), el libro de Peter Brimblecombe sobre la contaminación aérea.
El rey Eduardo I trató infructuosamente de prohibir el combustible de alto contenido de azufre en 1306. En 1661, el cronista londinense John Evelyn observó que la ciudad estaba cubierta "con tal humo de carbón, como si semejara el infierno sobre la Tierra".
En 1879, una niebla saturada de humo de carbón cubrió Londres durante cuatro meses, y a otra en diciembre de 1952 se le atribuyeron hasta 4.000 muertes. El Parlamento aprobó la Ley del Aire Limpio en 1956, y el gas natural reemplazó al carbón en la mayoría de los hogares, eliminando las llamadas nieblas de 'sopa de guisantes'.
Los gastos de China
China, que el año pasado organizó los Juegos Olímpicos en Beijing, destinó 17.000 millones de dólares en limpiar el aire, incluso disparando contra las nubes "cohetes de dispersión de lluvia".
Además el Gobierno prohibió la circulación de dos tercios de los 3,3 millones de automóviles de Pekín durante dos meses y cerró diferentes fábricas antes y durante las justas orbitales.
Las medidas emprendidas por las autoridades recibieron elogios porque las condiciones meteorológicas mejoraron durante los Juegos.