Sin duda, el tema que ha ocupado la atención de los colombianos durante los últimos cuatro años ha sido el del proceso de paz, y por cuenta de las diferencias sobre el mismo, la polarización entre los colombianos ha alcanzado niveles incomprensibles y gran dificultad para mirar las cosas con objetividad. Se asumió la lógica de ‘amigos/enemigos’, en la cual todo es blanco o negro, y los matices y los grises, que son los que a la postre siempre predominan, se vuelven invisibles y dificultan tremendamente la posibilidad de construir consensos, requisito básico para que una sociedad progrese.
Además, el país tomó conciencia de la gravedad que ha alcanzado el fenómeno de la corrupción que nos ha agobiado en los últimos tiempos. Seguramente, muchos casos venían de tiempo atrás, como se ha visto con el llamado ‘cartel de la toga’, y solo hasta ahora, por una serie de circunstancias, se pudo detectar. En otros casos, podemos estar ante fenómenos nuevos y que, de alguna manera, son otra herencia del narcotráfico, maldición que motivó esa triste cultura del dinero fácil.
Lo anterior, sumado, entre otras cosas, a un entorno internacional confuso y a la incertidumbre política de un país que está redefiniéndose en este campo, han llevado a que el pesimismo sea la norma, y a ver siempre los vasos ‘medio vacío’. Ha sido afortunado que Fiscalía, Contraloría y Procuraduría hayan estado últimamente en manos de personas serias y consagradas, que vienen prestando un gran servicio al país en la lucha contra la corrupción.
Por eso es importante oír a quienes nos ven desde afuera y hacer un esfuerzo para mirar hechos y datos, antes que especulaciones, y dejarse atrapar por los bloqueos mentales causados por la polarización. Son muchos los temas que se pudrían mencionar, pero solo mirar las cifras presentadas en el congreso de la Cámara de la Infraestructura deberían ser suficientes para reflexionar, de forma equilibrada, sobre la situación nacional. Los 53.000 km de carreteras intervenidas, 48 km de túneles, 430 puentes y 2.100 km de doble calzada son solo una muestra de lo que ha venido ocurriendo en el país en materia de infraestructura. Y ni qué decir de las inversiones que se esperan en Bogotá, donde se ha venido trabajando seriamente en diseños, estructuración financiera de proyectos y planeación para que la ciudad avance, significativamente, en los próximos años.
Una reducción sustancial de los hechos violentos, la inflación controlada, un dólar estable, tasas de interés a la baja y nuevas normas en contratación y promoción de inversiones, entre otros, deberían permitir al sector privado que estuviera planeando sus nuevos desarrollos. Es comprensible que la incertidumbre política retrase la ejecución, pero las condiciones están dadas para avanzar de manera importante. Hay muchos desafíos en el frente fiscal, y temas pendientes como el de la estabilidad jurídica, pero con una economía que busque mejorar la productividad y aprovechar las condiciones que se presentan, será mucho lo que se podrá lograr. Consolidar estos avances serán retos para el nuevo gobierno.
Ricardo Villaveces
Consultor privado
rvillavecesp@gmail.com