La economía viene recuperándose satisfactoriamente en los últimos meses, a tal punto que el crecimiento superó las expectativas de los analistas en el segundo trimestre, alcanzando 2,8% anual, cifra superior al 1,8% observado en 2017. Somos optimistas para los próximos trimestres, esperando una aceleración adicional de la actividad en medio de un mejor contexto interno tanto económico como político, de tal manera que el PIB podría acelerarse a cerca de 3,5% en 2019.
En general, esto sería resultado principalmente de una recuperación cíclica de la economía en medio de menores tasas de interés, menor inflación, unos precios del petróleo más altos, mayores exportaciones y la mayor confianza observada recientemente tras las elecciones presidenciales, lo que debe traducirse en una mayor inversión ante la ejecución de proyectos que habían sido aplazados en el primer semestre del año ante la incertidumbre política.
Dicho lo anterior, existen grandes retos para lograr mantener tasas de crecimiento del PIB superiores al 3% en el más largo plazo en la ausencia de fuertes incrementos adicionales en los precios internacionales del crudo.
Así, el gobierno del presidente Duque deberá enfocarse en reformas y medidas que permitan hacer frente a los retos de carácter estructural de la economía, incluyendo: i) la alta informalidad empresarial y laboral –tal vez uno de los principales problemas del país en cuanto conlleva efectos negativos sobre el ahorro, el sistema pensional, la profundización bancaria, entre otros–, ii) la baja competitividad –para lo que profundizar los avances en infraestructura y eliminar barreras burocráticas es esencial– y iii) las barreras en el sector agropecuario, que durante décadas ha sido identificado como uno de los de mayor potencial.
Todo lo anterior debe ir acompañado de una sólida y creíble estrategia fiscal en un momento en el que las metas siguen siendo exigentes para mantener un ritmo de consolidación adecuado y evitar que el endeudamiento público siga en aumento: de acuerdo con la regla fiscal, el déficit del Gobierno Central debe reducirse de 3,1% del PIB en 2018 a 2,4% en 2019 y 2,2% en 2020.
Confiamos plenamente en la gestión que realizará el ministro Carrasquilla dado su amplio conocimiento de la economía colombiana y su experiencia, habiendo manejado las riendas de la cartera de Hacienda en un complejo período de la historia económica del país.
En general, los lineamientos esbozados por el Ministro recientemente en cuanto a la reforma tributaria que sería radicada en las próximas semanas van en la dirección correcta, intentando generar mayor equidad en el sistema tributario, atacar la evasión y la elusión, así como reducir gastos innecesarios, de tal manera que se promueva una mayor inversión en el país al mismo tiempo que se mantiene el gasto en programas sociales clave.
De hecho, estos planteamientos están completamente alineados con las sugerencias realizadas por la Comisión de Expertos para la Equidad y la Competitividad Tributaria convocada para la presentación de la reforma tributaria de 2016.
En este sentido, cabe mencionar que varias de las potenciales propuestas del actual gobierno corresponden a algunas de aquellas que fueron inicialmente delineadas en la propuesta de reforma hace dos años pero que no fueron finalmente aprobadas/presentadas por dificultades en el frente político como resultado de su impopularidad.
Entre ellas se destacan la iniciativa de incrementar la base tributaria del impuesto a la renta de las personas naturales reduciendo el umbral de ingreso, ampliar la base del IVA a través de un esquema de devoluciones a las personas de bajos ingresos y fortalecer las medidas anti-evasión y elusión.
Así, si bien insistimos que estas propuestas van en la dirección correcta, la inquietud que surge es si el escenario político ha cambiado significativamente en meses recientes como para esperar que esas medidas, que hace dos años no fueron aprobadas, esta vez sí contarán con el respaldo del Congreso en medio de una alta polarización política, la cual siguió siendo evidente (lamentablemente) en el discurso del presidente del Congreso el pasado 7 de agosto.
Por otro lado, deben evitarse, en nuestra opinión, propuestas de significativos recortes de impuestos sin medidas concretas/tangibles que no sólo permitan recuperar el recaudo tributario dejado de percibir por ello, sino que también mantengan la consolidación fiscal exigida por la regla fiscal. Cabe recordar que la reforma tributaria de 2016 recortó el impuesto de renta corporativo de 40% en 2017 a 37% en 2018 y 33% en 2019, al mismo tiempo que eliminó el impuesto al patrimonio pagado por las empresas desde 2003. Esto quiere decir que, aun sin reforma alguna en lo que queda del año, el gobierno dejará de recibir cerca de $ 4 billones adicionales en 2019. Por lo tanto, creemos que recortes adicionales de impuestos, si bien sería conveniente para la economía en el largo plazo, deben ser cuidadosamente analizados a fin de evitar mayores presiones fiscales en el corto plazo y, particularmente, sobre el endeudamiento.
En este sentido, cabe destacar que tanto los mercados como las calificadoras de riesgo tienen una alta preferencia por propuestas que puedan trasladarse rápidamente a mayor recaudo tributario, implicando que dejarlo en manos de un mayor crecimiento económico esperado por el fomento de una mayor competitividad o de una reducción prevista de la evasión/elusión, puede resultar peligroso (el caso reciente de Perú puede ser un buen ejemplo).
Sin duda alguna, una reforma tributaria es requerida para generar mayor eficiencia y equidad en el sistema, así como para promover la inversión y la competitividad. El reto, entonces, estará en poder balancear las necesidades de corto y largo plazo de la economía, lo cual no será tarea fácil.
Confiamos en que el gobierno Duque y el ministro Carrasquilla mantendrán la senda de consolidación fiscal, contribuyendo al fortalecimiento de la institucionalidad y confianza de los inversionistas. En todo caso, para ello será necesario encontrar importantes consensos dentro de la población y el propio Congreso, lo cual no será tarea fácil.
Daniel Velandia
Head de Investigaciones
Económicas de Credicorp Capital