Tanto los bancos privados como las cajas de ahorro y los bancos propiedad de los estados federados podrían recurrir a la figura de los "bad banks" para liberarse de los papeles tóxicos que son considerados como una de las principales causas de la crisis financiera internacional.
La medida tiene por objeto facilitar el flujo de liquidez para que las empresas puedan seguir recibiendo créditos en la medida en que lo necesiten.
Según cálculos del Gobierno alemán, los balances de los bancos tienen de momento el lastre de papeles tóxicos por valor de unos 230.000 millones de euros.
El Bundesrat, cámara de representación regional, deberá ratificar la ley el 10 de julio.
Antes de Alemania, Estados Unidos y el Reino Unido habían aprobado medidas similares.
El modelo consiste en que los bancos con elevado volumen de activos tóxicos los puedan depositar en una sociedad creada exclusivamente para aparcar estos títulos, lo que, pese a no tratarse de un banco propiamente dicho, se ha venido a definir como "bad bank".
Para cada título que deposite en esta sociedad, el banco en cuestión deberá emitir bonos de deuda, que el Estado garantizará -a través del Fondo de Estabilización de los Mercados Financieros (SoFFin)- por un máximo de veinte años.
A cambio de esta garantía, la entidad financiera deberá pagar un porcentaje que, según Steinbrück, seguirá los baremos habituales del mercado.
El valor de los bonos se regirá por la última cotización que tenían los títulos, del que se restará un diez por ciento.
Sin embargo, como el valor real es en principio mucho menor, el proyecto de ley contempla que haya una evaluación adicional a realizar por un experto que no esté vinculado con el banco afectado.
Esta evaluación es importante a la hora de que el Estado recupere dinero, pues el "bad bank" deberá abonar esta diferencia al SoFFin en cuotas anuales durante los veinte años que rige la garantía.