“Y es que los valores que se deben pagar por una vivienda en el país desbordaron la capacidad adquisitiva del grueso de la población”, dice un informe de la Asociación.
Al contrastar el periodo 2000-2012 (dominado por el efecto poscrisis 1998-2002) con el periodo 2005-2012 se observa, en el segundo, un alza pronunciada en la relación vivienda-ingreso real.
En principio, en el primero no habría razón para alarmarse sobre la existencia de una burbuja, pues el ritmo de crecimiento promedio anual de los ingresos supera el de los precios de la vivienda.
En efecto –anota Anif- se observa que tanto el consumo de los hogares (con crecimiento de 3,9 por ciento anual), el ingreso disponible (4,2 por ciento) y el PIB (4,3 por ciento) superan la inflación de activos hipotecarios, que se mide a través del Índice de Precios de la Vivienda Usada –IPVU- (3,7 por ciento) o del Índice de Precios de la Vivienda Nueva –IPVN- (3,5 por ciento).
Sin embargo, al analizar el periodo más reciente (2005-2012), identificado por Anif como “poscrisis hipotecaria”, los resultados se invierten.
Ahora, la inflación hipotecaria crece a ritmos de 6,2 por ciento anual en el IPVN y de 7,3 en el IPVU, que termina superando de forma significativa el crecimiento del ingreso total (4,8 por ciento anual del PIB real).
Igualmente, es mayor al aumento del consumo de los hogares (4,7 por ciento) y al incremento más relevante del ingreso disponible de los hogares (4,6 por ciento).
Incluso, Anif reitera que en otras ocasiones la ha identificado el periodo 2005-2014 como “burbuja hipotecaria” y que, además, “está explicada, en buena medida, por un choque proveniente del costo de la tierra, el cual incide hasta entre 20 y el 25 por ciento en el precio final de la vivienda”.
“Esta escasez de suelos, que afecta la función de oferta de vivienda en Colombia, se ha exacerbado al recibir también un choque temporal de demanda por cuenta del efecto de la normalización monetaria (ingreso de capital), particularmente durante los años 2013-2014”, asegura el informe.
Esto generó un negativo efecto riqueza en los hogares de países emergentes y, finalmente, en muchos hogares colombianos produjo la liquidación de los portafolios de ahorro de muchos hogares colombianos.
Una parte importante de esa liquidez –dice Anif- se ha ido a incrementar la demanda por activos inmobiliarios, presionando aún más los precios al alza, con niveles históricamente altos: entre 30 y 50 por ciento real por encima de su promedio histórico, lo cual ha aumentado el riesgo.