Y, aunque esa argumentación es válida, eso no disimula que la propuesta no constituye un ejercicio notable de austeridad, a pesar de los llamados hechos en ese sentido. Dicho de otra manera, en todos los rubros importantes hay alzas de dos dígitos que contrastan con los pedidos de moderación solicitados por los analistas. Según estos, un cinturón más apretado habría servido para combatir plagas como la inflación y la revaluación que le han venido complicando la vida a los consumidores y al sector productivo. Pero fieles a la instrucción dada por la Casa de Nariño, en el sentido de no tocar los programas esenciales del Gobierno, los funcionarios encargados del tema se movieron dentro de un margen muy estrecho. Así las cosas, resulta preocupante que los ingresos estatales crecerían a un ritmo del 11 por ciento, más de dos puntos por debajo del de las erogaciones. Ese es un primer campanazo de alerta, pues hay quienes creen que la menor dinámica de la economía puede afectar los recaudos de impuestos y generar un saldo en rojo creciente en las cuentas públicas. También es claro el peso creciente que los resultados de Ecopetrol tienen en las cifras gubernamentales, ya que entre el pago de impuestos de renta y los dividendos que le corresponden por ser el socio mayoritario de la empresa, la Nación recibiría cerca de 12 billones de pesos el próximo año. Tal circunstancia, de paso, es la que le sirvió al Ejecutivo para justificar que los subsidios a los combustibles pasen de 687.000 millones a 5,92 billones de pesos entre el 2008 y el 2009. Sin embargo, ese cálculo puede variar si el precio del petróleo sigue por la senda descendente de los últimos días. Desde ya es evidente que los reajustes a la gasolina serían una válvula de escape si la situación resulta ser más complicada que lo previsto. En lo que no hay mucho espacio es en el cubrimiento del faltante en materia de pensiones que ascenderá a 21,9 billones de pesos, con un 20,5 por ciento de incremento, sin incluir lo que se les transfiere a las regiones por este concepto. No deja de resultar irónico que esa suma es casi equivalente a lo que se destina para inversión, después de descontar los subsidios a los carburantes y lo que se va para el Fondo Nacional de Regalías. Por otra parte, hay quienes han expresado su preocupación porque los gastos de personal vayan a subir 11,5 por ciento, hasta llegar a 14,2 billones de pesos. Si bien la política de reestructuración del Estado permitió hacer ahorros importantes en su momento, las contrataciones de personal en la rama judicial y en las fuerzas de seguridad han impedido reducciones. A lo anterior hay que agregar la inquietud sobre los reajustes salariales para los servidores públicos que están proyectados en 6 por ciento, pero que serían mayores si la inflación es más alta. Ante tales peligros, quizás lo más indicado es que el Gobierno hubiera preferido un apretón mayor, tanto por razones de estabilidad macroeconómica como de la propia consistencia de las cifras. Pero como eso no sucedió, hay que hacer votos para que el Congreso haga un análisis minucioso de los cálculos y evite la tentación del pupitrazo. De lo contrario, el ajuste volverá a quedar en manos del Banco de la República, cuya decisión de aumentar las tasas de interés la semana pasada, parece ahora plenamente justificada. El proyecto de Presupuesto General de la Nación presenta- do por el Ejecutivo al Congreso, no constituye un ejercicio notable de austeridad.ANDRUI
Finanzas
31 jul 2008 - 5:00 a. m.
Un apretón que no fue
Un presupuesto para la competitividad y la cohesión social. Así, con esas palabras, comenzó el martes en la tarde la presentación del Ministro de Hacienda y la Directora de Planeación, en la cual fueron descritos ante la prensa los aspectos fundamentales del Proyecto de Presupuesto General de la Nación, radicado pocos minutos después en el Congreso. A lo largo de una hora ambos funcionarios explicaron la manera en que el Estado propone gastar 140,5 billones de pesos durante el 2009. Una y otra vez el énfasis fue en que el aumento de 13,1 por ciento frente a los 124,2 billones de pesos que deberían ser ejecutados este año tuvo dos factores extraordinarios: la aceleración de la inflación y los subsidios a los combustibles.
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