La crisis política que ha generado la protesta del sector agrícola argentino, demuestra el poder y liderazgo que puede llegar a tener el campo en la economía de una nación.
Un paro agrario que lleva más de 3 meses y que ha sido apoyado por una protesta ciudadana, amenaza con desestabilizar el actual gobierno de Argentina.
Si bien el diálogo deber ser la primera vía para expresar los desacuerdos o nuevas propuestas de cambio de cualquier sector hacia un gobierno, en Argentina, ante la imposibilidad de ser escuchados, los líderes del sector agropecuario han realizado un paro pacífico pero contundente, que ha movilizado el respaldo ciudadano y que, en consecuencia, ha conllevado a que el gobierno escuche la voz del campo.
Este es un ejemplo claro de un liderazgo rural bien estructurado, que a través de acciones precisas, posiciones coherentes y argumentos sólidos, ha logrado unir la ciudad con el campo para defender sus intereses ante el gobierno y proteger su futuro.
Aunque es triste que los representantes del agro deban acudir a paros para ser escuchados por los gobernantes, y aunque la extensa duración que ha tenido este paro simboliza que no han podido lograrse acuerdos inmediatos que beneficien a los productores agropecuarios y a sus consumidores, si hay un aspecto positivo para resaltar: la lección que nos dan los ciudadanos argentinos al respaldar la protesta y demostrar que son conscientes de que todos los problemas del campo afectan también a los habitantes de la ciudad.
De esta convicción generalizada aún adolecemos en Colombia. Infortunadamente, a nuestro país, un país de vocación agropecuaria, le falta todavía que algunos de sus habitantes se apropien de la problemática rural.
En Colombia aún requerimos que, para avanzar en el desarrollo agropecuario, los habitantes de las grandes ciudades dejen de ver el campo como una alternativa de diversión y descanso los fines de semana, para comprender que de nuestra atención permanente, de nuestra protección de sus intereses y de nuestro trabajo conjunto, dependerán factores de total relevancia para todos los colombianos como el abastecimiento alimenticio de los próximos años, el suministro de insumos básicos para la supervivencia y la protección del medio ambiente.
El sector agropecuario colombiano abastece de comida a más de 40 millones de habitantes, representa el 11,4 por ciento del Producto Interno Bruto nacional y genera 4'879.302 empleos, pero parece ser un actor silencioso y poco relevante ante la actitud indolente de muchos ciudadanos que dan por sentado, que su existencia y desarrollo es más un deber de sus habitantes que una responsabilidad de todos los ciudadanos.
Últimamente Colombia ha presentado un desarrollo notable en aspectos puntuales como el incremento de la actividad social en torno a la gastronomía, creación de nuevos restaurantes gourmet en diferentes ciudades, festivales temáticos de comida internacional en diversos hoteles, interés por convertir la comida típica nacional en platos de reconocimiento mundial y aumento en el consumo de licores que acompañen un buen menú.
No obstante, resulta paradójico que el respaldo ciudadano citadino a este nuevo boom, no esté directamente relacionado con su interés por conocer más de cerca la realidad del campo colombiano o de la mano de obra campesina que en buena medida, son los abastecedores de insumos principales para que los consumidores puedan disfrutar socialmente de sus nuevos placeres gastronómicos.
Para muchos habitantes de las grandes ciudades colombianas, aún la palabra 'campo' es referencia de algo ajeno a su rutina, lejano geográficamente y símbolo de personas humildes desconectadas de la realidad nacional. Sin embargo, los grandes problemas mundiales que afectan hoy al sector agropecuario, como el desabastecimiento alimentario, el encarecimiento de algunos productos y los estragos causados por el cambio climático, han logrado tocar la puerta de estos distantes ciudadanos, afectando su día a día y llamando temporalmente su atención.
En este sentido, el respaldo ciudadano al paro agrario de Argentina es un claro ejemplo de solidaridad y aprecio colectivo por el campo, que se evidencia no solamente en el acompañamiento de civiles durante las diferentes protestas callejeras, como también en el involucramiento de grandes empresarios y líderes, en la búsqueda de soluciones conjuntas, de alternativas y fórmulas gubernamentales que estimulen la producción agropecuaria, que favorezcan a productores, consumidores, empresarios y en especial, al campesino.
Por esta razón, y aún desconociendo cuál será el desarrollo y finalización de la protesta agropecuaria en Argentina, es importante reconocer que el país suramericano ya nos ha dado una gran lección de solidaridad, a través de la cual el mensaje ha sido claro para la comunidad internacional: los ciudadanos argentinos comprenden la problemática del sector agropecuario y respaldan ante el gobierno sus solicitudes y en consecuencia, su desarrollo.
Finanzas
28 jul 2008 - 5:00 a. m.
Argentina, ejemplo de solidaridad con el campo
Argentina, ejemplo de solidaridad con el campo
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