Han pasado 12 años desde cuando Fernando Tenjo llegó a la junta directiva del Banco de la República, precisamente cuando Juan Manuel Santos era el ministro de Hacienda.
Ahora, al terminar su tercer y último periodo, el economista bogotano reflexiona sobre su experiencia en la entidad.
¿Cómo describe la evolución de la economía, en comparación con la que encontró en el 2001?
Diría que ha tenido lugar una transformación casi dramática.
La gente piensa más en los sectores productivos, en la bonanza petrolera y minera, pero yo haría mucho más énfasis en el crecimiento del ingreso medio de los colombianos, que ha estado acompañado de una muy rápida y sorprendente profundización financiera, en una economía que se ha ido abriendo.
El crédito como porcentaje del PIB es el más alto de toda la historia, más que antes de la crisis de 1998.
Eso no era tan obvio hace 12 años…
Para nada. Nos describían como un Estado fallido y todavía estaba muy fresca la crisis financiera de finales del siglo pasado.
Por eso es que se equivocan quienes dicen que aquí no ha habido cambios.
¿Cree que vamos a seguir por esa senda?
Pienso que sí. Pasamos una etapa en la que el proceso se aceleró mucho con las perspectivas de unas bonanzas de productos básicos. Pero estas, afortunadamente, se están moderando y llegando a su justa proporción.
Eso le permite a Colombia andar por el camino con mucha más sensatez.
En un escenario de crecimiento, el apalancamiento de los hogares también deberá moderarse, y muy posiblemente las presiones en favor de la revaluación disminuyan.
Tal vez se pueda acomodar así un patrón de consumo más acorde con la estructura productiva del país.
En los años en que usted la integró, las prioridades o preocupaciones al interior de la junta del banco también evolucionaron…
Claro que sí. Por ejemplo, en el 2003 llegamos a tener una tasa de cambio de casi 3.000 pesos y en el 2004 comenzó un proceso de apreciación del peso.
Al mismo tiempo, observamos periodos de gran auge en el otorgamiento de créditos, que en su momento impulsaron la economía y también fueron motivo de preocupaciones.
Eso ha implicado una variación muy grande no solo en las perspectivas de la autoridad monetaria, sino en los instrumentos usados y en los énfasis que esta ha tenido.
¿Hemos aprendido a hacer las cosas?
Cada vez más. Veo un periodo en el que la política monetaria se enriqueció mucho.
Fue necesario inventarse estrategias y ampliar el campo de acción de la misma, sin perder el objetivo de la meta inflacionaria. Creo que el balance es bastante bueno.
Cuando usted habla de profundización financiera, ¿en cuánto estamos hoy día?
En cercanías del 36 por ciento.
¿Cómo hacer para crecer más sin que se creen burbujas de crédito?
El país tiene que aprender a nadar sin ahogarse, y eso es difícil. Porque si bien es cierto que buena parte de la profundización financiera ha sido el reflejo del aumento en el ingreso de la población, los hogares están mucho más apalancados ahora.
De hecho, en la junta, hasta hace poco, estuvimos preocupados por el tema, porque a veces uno no sabe si son los mismos hogares los que se están endeudando más o son los que están entrando, teniendo acceso a los mercados financieros.
Es algo que se debe manejar con mucho tacto.
Una cosa importantísima, en todo caso, es ampliar el acceso de muchas más personas al mercado de crédito.
La impresión es que se han evitado problemas…
Es cierto, lo hemos hecho muy bien. Creo que el sistema bancario colombiano es muy sólido.
Como todos los sistemas de crédito, tiende a ser procíclico y depende de las autoridades monetaria y regulatoria y de la supervisión, mantener los ojos abiertos.
Sin embargo, el informe de la Ocde tiene unas críticas puntuales contra el sistema financiero. ¿Son válidas?
No creo que el tema sea tan dramático.
El sistema financiero colombiano se ha desarrollado mucho, y más el sistema bancario. Comparto algunas preocupaciones, pero veo una evolución positiva.
¿Qué mitos se tejen alrededor del funcionamiento de la junta del Banco de la República?
Hay dos mitos que se me vienen a la cabeza. Primero, que las decisiones de la junta se toman antes de la reunión. Segundo, que la junta -al menos mientras yo estuve- sea sensible a las presiones del Gobierno o de los gremios.
¿Y el poder del Ministro de Hacienda?
Eso también es un mito.
Yo estuve con seis ministros, desde el presidente Santos hasta Mauricio Cárdenas, y uno ve unos procesos muy sanos en que el ministro muy pronto se da de cuenta que no tiene sino un voto.
Hay ocasiones en que cuando habla, generalmente al final, ya la decisión está tomada.
¿Solo miran la inflación, y nada más?
No es cierto. Durante estos años que estuve en la junta, la política monetaria tuvo que enfrentar problemas de tasa de cambio y estabilidad financiera, y hubo que acomodar todos los instrumentos y los marcos teóricos o conceptuales para tener en cuenta diversos elementos.
Lo que es un problema es que la opinión pública espera mucho más de lo que la política monetaria pueda dar. Si esta sirviera para hacer crecer a la economía de manera sostenible, pues todos estaríamos salvados.
Es decir…
Que nos preocupamos por el crecimiento, claro que sí.
Tenemos nuestro foco centrado en la inflación y alrededor de eso hemos ido tejiendo consideraciones de estabilidad financiera y crecimiento sostenible.
¿Qué les responde a quienes dicen que a la junta le gusta la revaluación del peso porque sirve para anclar la inflación?
Eso sí que es completamente un mito.
Uno no puede plantear una ecuación entre niveles de inflación y tasas de cambio.
Eso no existe.
En algún momento se dijo que usted se oponía a ciertas intervenciones para impulsar el nivel de la tasa de cambio…
Lo que pasa es que soy sensato sobre las realidades mundiales y los límites de ciertas políticas.
Nunca vi una sola estrategia de intervención que tuviera efectos duraderos sobre la tasa de cambio.
En ese caso, uno tiene que jugar mucho más a la defensiva, y si uno quiere intervenir, tiene que hacerlo con consideraciones de costo, oportunidad y efectividad, y esos eran los criterios que yo exponía en la junta. Es más fácil tener un efecto cuando la tasa de interés está bajando que cuando está subiendo, como ahora.
Aun así, el costo de la intervención cambiaria para el Banco ha sido enorme.
Tal como Estados Unidos ha puesto todo el balance de la Reserva Federal al servicio de inyectar liquidez, nosotros pusimos el balance del Banco para comprar dólares.
¿Qué posición tiene frente al debate de cómo intervenir?
Con el tiempo aprendimos que no podemos jugar con el mercado, que no tenemos la capacidad de darles una lección a los inversionistas ni hacer quebrar a los especuladores.
Pienso que lo que estamos haciendo es lo mejor que podemos hacer, con una política explícita y transparente.
No es una postura dogmática…
Es una postura responsable o sensata o, si se quiere, realista.
¿Estamos utilizando todo el menú de herramientas frente a la revaluación?
Hay una queja de que los bancos centrales tenemos pocos instrumentos frente a las responsabilidades que tenemos. Lo que yo digo es que ensayemos todas las herramientas que se quieran, pero tengamos en cuenta que la tasa de interés es nuestro instrumento básico, pues es uno de los precios más importantes de la economía, o es el costo de apalancamiento de los agentes económicos.
Se está entendiendo que buena parte de los flujos de capital están relacionados con las estrategias de los bancos globales; entonces estudiemos cuáles son los flujos de capital o cómo son los canales que vinculan nuestra economía con las corrientes de capital internacional, y vemos qué hacemos.
Pero no hay que tomar medidas gruesas sin estudiar su efecto.
Dicho lo anterior, no veo porque no se pueden utilizar más instrumentos así suenen heterodoxos.
Cuando mira a Colombia, ¿qué temas le producen inquietud?
Los problemas de largo plazo: calidad de la educación, la infraestructura, las instituciones, y el régimen político.
Son las mismas preocupaciones que identifican muchos analistas
¿Y en el tablero meramente económico?
Necesitamos un mayor nivel de ahorro, muy rápido. Y yo creo que debemos repensarlo, no porque esté mal, sino porque tenemos que salir adelante, todo el sistema financiero, la regulación o el mercado de capitales que queremos impulsar.
“UNO TIENE MUCHO QUE APRENDER DE LOS ESTUDIOS DE LA ENTIDAD”
¿Qué consejo le daría a quién, lo sustituya?
A mí me parece el Banco de la República una maravilla, porque tiene dos jerarquías, una académica y una burocrática.
Cuando uno llega allá, tiene que aprender que las decisiones son responsabilidad de uno, pero que el hecho de que un presidente lo nombre, no implica, cuando uno se posesiona, que llegue el espíritu santo como una lengua de fuego.
Vale la pena tener en cuenta que la jerarquía técnica del Banco es distinta, y uno tiene mucho que aprender de los estudios, de la calidad de investigación de la entidad.
¿Hay que llegar con humildad?
Sí, pero con un sentido muy grande de responsabilidad, porque eso no se puede delegar.
Ricardo Ávila Pinto
Director de Portafolio