Estas medidas equivalen a "un 7% del Producto Interno Bruto (PIB) de China en reducciones fiscales e inversiones cada año, durante los próximos dos años", según Frank Gong, economista de JP Morgan.
Dado el creciente peso económico de China, los efectos de un plan de este tipo, que fue saludado en el extranjero, tendrían ecos a nivel internacional, desde la región vecina hasta a América Latina.
La primera consecuencia de este gran impulso al crecimiento sería visible en el precio de las materias primas, que China consume abundantemente.
"El principal impacto será en el mercado de materias primas y de países como Australia y Brasil. Esto quizás frene la caída de las cotizaciones", estimó Andy Xie, un economista independiente basado en Shanghai.
"Esto podría también ayudar a estabilizar economías más pequeñas, como las de Corea del Sur, que exporta mucho hacia China", agregó.
Adoptado esencialmente para dinamizar el consumo doméstico, el plan llega en momentos en que el impacto de la crisis financiera internacional podría resultar más grave que lo previsto para un país muy dependiente de sus exportaciones y de la buena salud económica de sus clientes.
El superávit comercial de China, aún gigantesco, registró no obstante una baja de 2,6% en un año durante los primeros nueve meses del año.
El crecimiento podría caer por debajo del umbral de 10% este año, por primera vez desde 2002. "Para el gobierno el impacto de la crisis en China es aparentemente más serio de lo previsto", afirmó Chen Manjiang, economista del Bank of China International.
El anuncio del plan tuvo lugar además antes de lo previsto, y bastante antes de una importante conferencia económica anual que se realiza en general a fines de noviembre o diciembre.
"A través de este anuncio anticipado, el gobierno quiere reforzar la confianza en la economía china, incluido en el extranjero", agregó Chen.
Las primeras reacción dejan pensar que Pekín ha dado en el blanco.
La Bolsa de Shanghai subió el lunes más de 7% mientras que los demás mercados de Asia-Pacífico registraron fuertes alzas, alentados por el plan de reactivación chino y a una semana de la cumbre del G20 de países desarrollados y emergentes en Washington sobre la reforma del sistema financiero mundial.
Las economías occidentales, confrontadas a una inminente recesión, presionaron a China estas últimas semanas para que desempeñe un papel constructivo en la estabilización de la situación internacional, ya que el país se beneficia aún de un crecimiento fuerte y posee las primeras reservas cambiarias del planeta, por unos 1,9 billones de dólares.
Pekín replica que la mejor manera de ayudar a la economía mundial consiste en mantener elevado el crecimiento.
La economía china crecería de 8% a 9% el año próximo, estimó el gobernador del Banco Central, Zhou Xiaochuan, citado el lunes por la prensa china.
Este crecimiento, aún fuerte aunque en desaceleración, contribuirá al "retorno a la normalidad" de los mercados financieros internacionales, subrayó Zhou al margen de la reunión del G20 en Sao Paulo, según la agencia China Nueva.
Para Gong, China anunciará "un gran plan de gastos para mostrar su determinación" en mantener este crecimiento "antes de que el presidente (chino) Hu Jintao viaje a Washington" para la cumbre de emergencia del G20 prevista para el sábado próximo.