Fue, realmente, un mero trámite. Pero así y todo los discursos pomposos hicieron su presencia en el gran salón de las Américas, ubicado en el hermoso edificio que le sirve de asiento a la Organización de los Estados Americanos en Washington.
El motivo no fue otro que la Asamblea General extraordinaria, convocada para decidir sobre la elección del nuevo Secretario General de la OEA y de su adjunto, por un periodo de cinco años. Y tal como se esperaba, el chileno José Miguel Insulza y el surinamés Albert Ramdin fueron designados por aclamación a los cargos mencionados.
No podía ser de otra manera. La razón más simple es que no había más candidatos a encabezar la entidad multilateral hemisférica. A pesar de algunos rumores de prensa sobre potenciales aspirantes provenientes de centro o Suramérica, la verdad es que no hubo postores.
De tal manera, Insulza se queda en la capital estadounidense, aunque eso no quiere decir que todos estén contentos. Para comenzar, algunos criticaron su preocupación permanente por la política chilena, pues llegó a tener posibilidades de ser candidato presidencial en los comicios en los que acabó triunfando Sebastián Piñera.
Otros atacaron su papel durante la crisis hondureña, después del derrocamiento de Manuel Zelaya, mientras no faltaron los que hablaron de la creciente intrascendencia del organismo. Tales dardos, sin embargo, se silenciaron a la hora de la elección.
Para bien o para mal, el actual secretario general de la OEA seguirá en el cargo y en ese papel tendrá que hacer lo posible por devolverle algo del lustre perdido a una institución que sigue siendo el escenario más apropiado para discutir temas continentales. Tal como han dicho muchos antes que él, Insulza volvió a recordar que si la entidad no existiera, habría que crearla. Mensajes al
Director:
