Hace un par de meses, durante su discurso del Estado de la Unión, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, delineó de manera vaga la hoja de ruta para consolidar la recuperación de la economías más grande del mundo.
Obama, además de hablar de la importancia de los tratados comerciales pendientes (Colombia, Panamá y Corea del Sur), fijó como meta duplicar las exportaciones de su país en un plazo de cinco años. El anuncio sonó bastante bien, pero lo que quedó en el aire es cómo se va a lograr tan ambicioso objetivo.
China, sin duda, es uno de los mercados perfectos para poder lograr la milagrosa duplicación. Sin embargo, la creciente disputa comercial entre ambas potencias debilita esa posibilidad, sobre todo si se tiene en cuenta el cruce verbal que se genera por una supuesta manipulación del yuan, la divisa china.
Esta semana comenzó con una nueva andanada de quejas por parte de Estados Unidos. Ayer (lunes), más de 130 legisladores, de ambos partidos, enviaron una carta a los secretarios del Tesoro y del Comercio del país, en la que exigen se tomen medidas reales, como la aplicación de mayores aranceles a los bienes chinos y aumentar la presión internacional hacia Pekín.
Pero sin que siquiera la carta hubiese atravesado el océano, el primer ministro de China, Wen Jiabao, ya decía que iba a aceptar presiones extranjeras, porque para él, el yuan estaba en un nivel correcto. "Nos oponemos a que los países se acusen unos a otros e incluso obliguen a una nación a apreciar su moneda", sentenció Jiabao.
Así las cosas, parece que en la pelea por la manipulación del yuan nadie va a dar su brazo a torcer, es más, las amenazas para aumentar los aranceles a los productos chinos podrían ser la pólvora para una batalla comercial más intensa.
Mensajes al Director: