El permitir que se amplíen los diferenciales entre las tasas de interés domésticas y las internacionales emite una señal para que los flujos de capital disminuyan su presencia en el país, porque van a rendir menos a futuro que en otras partes, pero además porque los inversionistas domésticos y extranjeros se preguntarán sobre la seriedad de la política monetaria cuando el presidente Uribe está presionando públicamente sobre sus gestores para que continué con las bajas tasas de interés. Los desequilibrios externos y fiscales de la economía norteamericana hacen prever una devaluación de su moneda, situación que puede verse confirmada si se cumple la promesa del presidente de la Reserva, Bern Bernanke, de que iba a interrumpir en los próximos meses el alza de las tasas de interés que ya alcanza el 6,25 por ciento. Sin embargo, la región latinoamericana está generando temores entre los inversionistas por los cambios que se prevén en Brasil a raíz del reemplazo de su ministro de hacienda por uno heterodoxo y por las políticas radicales que se están aplicando en Venezuela y en Bolivia, con algún riesgo de que Perú sea gobernada por un ultra-nacionalista que promete más de lo mismo o por Alan García, quien tuvo la ocasión de arruinar la economía entre 1985 y 1990, algo que no tiene necesariamente que repetir. La devaluación que comenzó a sentir el peso colombiano, que se devaluó en 1,1 por ciento durante el último mes, tuvo que ver con el contagio regional pero también con el hecho de que tuviera una cuenta corriente negativa, un enorme déficit del Gobierno central, de 4,9 por ciento del PIB a pesar de que la economía está creciendo por encima del 5 por ciento, una situación de seguridad no tan sólida como la percibida anteriormente y las bajas tasas de interés aludidas. El Banco de la República al cambiar su postura restó de esta ecuación, que puede ser letal para la estabilidad macroeconómica, la variable de tasas de interés excesivamente bajas. Esto se complementó en la dirección adecuada al dejar de comprar dólares e incluso vender, con lo cual también comenzó a ajustar sobrantes de liquidez que andaban sueltos por ahí. ¿Por dónde andaban los pesos? Se preguntará el lector. Pues, primero que todo, los excesos de liquidez iban a financiar al Gobierno de manera muy barata, algo que iba junto con la revaluación del peso que aligeraba el servicio de la deuda y hacía aparecer que la participación de ésta en el PIB disminuía. Era pues un incentivo perverso para que el Gobierno gastara más en vez de corregir el desequilibrio fiscal. Al revertirse la revaluación, los compradores de bonos del Gobierno se dieron cuenta que éste poco ha hecho para equilibrar sus finanzas y ello pone en mayor riesgo sus papeles, en la medida en que la devaluación -tan deseada en varias ocasiones por el presidente- encarece el servicio de la deuda y hace verla como más pesada sobre el producto nacional. En segundo término, los excesos de liquidez van a financiar una burbuja en la finca raíz que se acelerará con el crecimiento del crédito y la baja sustancial en las tasas hipotecarias de interés con el incremento de la competencia entre los bancos. El estallido de ésta burbuja puede ser dolorosa, como lo están olvidando los perjudicados por la crisis del Upac de 1998. Un tercer factor que llevará al recalentamiento de la economía y a mayor inflación es el crédito de consumo que crece a cotas superiores del 30 por ciento anual, cuando la ocupación industrial se encuentra en uno de los puntos más altos de su historia. Por último, se ha forjado una enorme burbuja bursátil que ha incrementado los valores de las acciones, muy por encima de sus fundamentos, que afortunadamente no pone en riesgo al sistema económico por ser poca representativa de él. Era hora entonces de frenar los espíritus festivos que producía el dinero fácil antes de que se produjeran situaciones de alzas de la inflación, de un mayor déficit en cuenta corriente y en percepciones de riesgo cambiario y macro-económico por parte de los inversionistas. El Banco de la República cumplió. Ahora le corresponde al Gobierno comenzar a sanear sus finanzas y contribuir a un crecimiento sostenido de la economía colombiana hacia el futuro. "El Banco de la República cumplió. Ahora le toca al Gobierno comenzar a sanear sus finanzas y contribuir a un crecimiento sostenido de la economía hacia el futuro. Salomón Kalmanovitz Ex director del Emisor.
Finanzas
04 may 2006 - 5:00 a. m.
El cambio de postura del Banco de la República
El banco central colombiano estaba en mora de cambiar su postura de política monetaria que ha sido bastante expansiva en los últimos meses. No sólo mantuvo tasas de interés muy bajas para las que acostumbra el país durante mucho tiempo sino que estuvo interviniendo el mercado cambiario, adquiriendo dólares y con ello expandiendo la creación de dinero de alto poder. En contraste, la Reserva Federal de Estados Unidos ha estado aumentando sus tasas desde junio de 2004, a lo cual se han sumado recientemente el Banco Central Europeo, el Banco del Japón y el Banco de la China.
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