Temas como tierras, restitución y costos de producción hacen parte del informe preliminar que entregó el Comité de Agricultura de la Ocde, que analizó la dinámica del sector agrícola colombiano.
Este grupo de alto nivel socializó ayer con el ministro de Agricultura, Rubén Darío Lizarralde, y con otros funcionarios de esa cartera los resultados de la observación que hizo durante un año.
La actividad hace parte del proceso de adhesión del país a la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), un ‘club’ de buenas prácticas al que pertenecen 34 países con alto grado de desarrollo.
Esta primera evaluación se inició hace un año y se centró en conocer a fondo el contexto general del sector agropecuario, el marco de políticas sectoriales, los instrumentos, programas y últimas reformas. También, en recoger toda la información posible de los principales actores para iniciar el análisis.
En total, se realizaron 45 sesiones de trabajo con el Minagricultura, sus entidades adscritas y otras gubernamentales relacionadas con el campo. Igualmente, hubo reuniones con gremios, asociaciones de productores y la academia.
El ministro Lizarralde destacó que los esfuerzos que el país está haciendo para adherir a la Ocde redundan en lograr mayor competitividad y desarrollo.
Coincidencia de informes
En las próximas dos semanas, los miembros del organismo se reunirán con cada una de las entidades que conforman el Ministerio, el Dane y el Departamento Nacional de Planeación (DNP), con el fin de detallar aspectos técnicos. Igualmente, habrán visitas de campo a proyectos apoyados por el Gobierno en las regiones y, al final, entregará los resultados de todo el proceso.
Este informe coincidió con la entrega de otro documento similar: el de la Misión para la Transformación del Campo Colombiano, coordinada por el DNP, que expuso los principales cuellos de botella en el campo.
En él se da cuenta de que las seis principales barreras para el desarrollo agropecuario son la baja productividad, altos costos, escasez de bienes y servicios, limitaciones en la comercialización y acceso a mercados, falta de financiación y alta exposición al riesgo. “Tener claramente identificados los cuellos de botella del campo es esencial para diseñar las políticas y garantizar las inversiones que nos permitan superarlos”, dijo la directora del DNP, Tatyana Orozco. El diagnóstico reveló que los pobres extremos del campo son hasta 3,2 veces más pobres que los de las ciudades y que hay mucha tierra subutilizada.