Cuando la primera clase terminó, todo el mundo ya había cambiado. Nos hicieron salir del colegio por unos ataques terroristas a las Torres Gemelas. Llegando a mi apartamento en el bus, vi como miles de personas se encontraban en las calles camino al norte de Manhattan. Caminé unas cuadras al sur con el fin de poder ver el World Trade Center. Me quedé con un grupo de extraños y vi cómo los edificios se quemaban. En un momento di la espalda a la escena y oí un suspiro colectivo desde la multitud. Cuando me volteé vi la torre sur derrumbándose en medio de una nube de humo. En ese momento traté desesperadamente de llamar a mi familia en Chicago para hacerles saber que yo estaba bien, pero muchas líneas telefónicas estaban muertas. Después del derrumbe de la torre norte, yo pasé el día como otros miles de neoyorquinos: tratando de movilizarme al norte de Manhattan preocupados por la inminencia de otro ataque. Casi diez años después, el pasado fin de semana, cuando me enteré de la muerte de Bin Laden a manos de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos, me llamó la atención la rapidez de la noticia (y la reacción a ella) que se había extendido a través de Internet: Facebook, Twitter, etc. Mucha gente en Facebook habló de la guerra en Afganistán y para ellos, el asesinato había demostrado que las muertes de América no había sido en vano. Otros expresaron alivio de que el cabecilla del terrorismo internacional y el antiamericanismo ya no era una amenaza. Y otros (incluida yo misma) hicimos bromas -que reflejan, tal vez, nuestra creencia de que después de tantos años su muerte no fue particularmente significante. ¿Vale la pena celebrar la muerte de este hombre? Mientras las noticias mostraban imágenes de personas gritando y aullando al frente de la Casa Blanca, muchos jóvenes que conozco expresaron la creencia de que celebrar la muerte de un ser humano, no importa cuán reprobable fue, es continuar con el ciclo de violencia y confundir justicia con venganza. Miedo y violencia generan más miedo y violencia. Esa es la lección.HELGON
Finanzas
09 may 2011 - 5:00 a. m.
'Celebrar la muerte es seguir con el ciclo de violencia'
Yo era una estudiante de colegio viviendo en el centro de Manhattan, Nueva York, el 11 de septiembre de 2001. Recuerdo perfectamente que era un hermoso día hasta que entré a mis clases temprano esa mañana.
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