Por estas épocas, cuando avanzan las leyes de reparación de víctimas y devolución de tierras, cabe destacar la existencia de experiencias de comunidades que han logrado organizarse, permanecer en sus tierras y realizar actividades económicas de modo eficiente y sostenible, gracias a una inserción competitiva en los respectivos mercados. Es el caso de la Asociación Regional para el Desarrollo Campesino del Norte del Cauca (Ardecanc), que agrupa a 1.200 familias organizadas en 29 asociaciones autogestionarias en los municipios de Santander de Quilichao, Buenos Aires, Caldono, Caloto, Villa Rica, Jamundí y Guachené. A pesar de encontrarse en una zona afectada por el conflicto armado, estas organizaciones lograron, con el apoyo de la Cruz Roja Internacional, que los grupos armados respetaran su decisión de mantenerse al margen del conflicto. Después de realizados estudios técnicos por los comités de cada comunidad con el apoyo del Sena, decidieron la producción de tomate y pollo en las zonas de montaña, caña, piña y arroz en el piedemonte; y plátano, yuca y pollo en las zonas planas; y lograron superar el problema de los intermediarios que tradicionalmente han hecho la comercialización en la mayoría de las zonas rurales, apropiándose de gran parte del ingreso: para lograrlo crearon su propia comercializadora (Fundemerca), que es propiedad de las organizaciones; de hecho, poseen una única junta directiva y nombraron un gerente que es un economista profesional nacido en la comunidad. A continuación establecieron alianzas con cadenas productivas y de comercio como Pollos Bucanero y Supermercados La 14, lo cual les ha permitido, además de obviar la intermediación, mantener una salida estable y regular para sus productos, aplicando además la rotación de actividades dependiendo de las épocas del año. En estas condiciones, la comunidad evita tener que disponer de silos de acopio, pues el flujo de los productos está garantizado de modo permanente hacia el mercado en las condiciones de volumen, periodicidad y calidad que los compradores demandan. En el caso de las aves, la empresa Bucanero entrega el pollito a los pocos días de nacido, además del concentrado para alimentarlo, de modo que las familias lo cuidan durante 42 días y al entregar 800 pollos derivan una utilidad promedio de medio millón de pesos. Según expresión de Mauricio Payán, directivo de la empresa compradora, los campesinos han garantizado la calidad y regularidad de las entregas; y aunque para compañías que producen alrededor de un millón de pollos, comprarle a los campesinos puede ser marginal, lo hacen con un criterio de responsabilidad social, ya que aún si el precio de compra a los campesinos resulta ser un poco más elevado, este sistema ha permitido que no haya desplazamiento campesino, se mantenga la unidad familiar y se evite la deserción escolar. Además, ha dejado espacio para la práctica del deporte y la participación política, pues varios líderes de estas organizaciones han sido elegidos como concejales. El financiamiento de estos procesos proviene del Banco Agrario, cuyo gerente, Ricardo Gómez, ha expresado que aunque el sujeto de los créditos es el deudor individual, la comercializadora de las comunidades brinda una garantía colateral (por lo cual no hay hipotecas), y en el caso de que un campesino tenga pérdidas y no pueda pagar las deudas, sus socios de la comunidad cumplen con el pago al banco y otorgan un periodo de gracia a su afiliado para ponerse al día. También se benefician de fondos del Gobierno, por ejemplo, para construir invernaderos y las alcaldías locales constituyen una garantía colateral. El balance es altamente positivo, ya que mientras a nivel nacional la cartera vencida del banco es de 4,5 por ciento y en la región suroccidental es del 3,8 por ciento, en las comunidades mencionadas, dicha cartera vencida es de sólo el 0,5 por ciento para los productores de pollo, 0,9 por ciento para los productores de piña y 2,5 por ciento para los productores de tomate. El desarrollo de esta experiencia ha permitido hacer encadenamientos productivos de modo que se tienen tres trapiches para la producción de panela y varias rayanderías de yuca para producir almidón y generación de energía; estas empresas son de propiedad colectiva. Aunque es frecuente que ocasionales intermediarios ofrezcan hacer la comercialización (incluso ofreciendo mejores precios), los productores se mantienen leales al cumplimiento de los convenios establecidos, pues ello da certeza y continuidad a su actividad económica. La participación de Jaime Salazar, ex gerente jubilado de Cadenalco, quien tuvo a su cargo por varios años la comercialización de los almacenes Éxito en el suroccidente del país, ayudó decisivamente a establecer los acuerdos con los supermercados para dar salida a la producción, y el hecho de que la comercializadora campesina se ocupe de la logística y transporte, cargando de modo proporcional a los productores los respectivos costos, ha permitido no sólo reducir estos últimos, sino que ha superado las dificultades que implicaría que cada campesino pretendiera hacerlo por sí mismo. En el caso de arroz y panela, se ha desarrollado producción orgánica certificada por Biotropics, y en la actualidad cada comunidad dispone de su comité técnico para hacer su seguimiento y control de calidad. En suma, además de la garantía que brinda la solidaridad de la comunidad en caso de pérdidas de un miembro y de haber evitado el desplazamiento de estos campesinos, cabe destacar que todos están bancarizados para poder recibir y administrar sus créditos, pero adicionalmente sus miembros no cayeron en la práctica, común en esa región, de entregar sus dineros a las captadora ilegales de dinero conocidas como pirámides. El proceso ha enfrentado tropiezos como la demora en los trámites bancarios cuando el Banco Agrario decidió centralizarlos en la capital, pero dicho problema está en vía de solución; y hay necesidades de capital para ampliar las empresas (rayanderías de yuca e ingenios para producir panela) y poder adaptarse a las diferentes normativas sanitarias que hoy se exigen para producir alimentos. Las comunidades no disponen por sí mismas de los fondos que esto implica y cuando las empresas se han constituido en predios concesionados por los municipios, han aparecido después los problemas de titulación. Para el futuro próximo, las comunidades están explorando la viabilidad de producir cerdo, tilapia y cítricos, al mismo tiempo que se avanza en la posibilidad de expandir esta prática a otros municipios. Toda esta experiencia tuvo su origen hace un cuarto de siglo con la instalación en la región de la Corporación de Estudios Interdisciplinarios y Asesoría Técnica (Cetec), dirigida por Alberto Rodríguez, apoyada con fondos de cooperación internacional, que promovió la organización de las comunidades y constituyó la Escuela Verde. Aunque Cetec no subsidia las actividades económicas de cada una de las organizaciones campesinas, ha acompañado el proceso hasta su maduración. Lograr que las actividades económicas de las comunidades campesinas sean eficientes ha sido siempre un gran reto, pero esta experiencia muestra que las organizaciones comunitarias con apoyo técnico, gestionadas con racionalidad y articuladas estratégicamente al mercado, logran ser eficientes y competitivas. Avanzar en la producción orgánica, articularse al mercado mediante alianzas estratégicas, mantener la bancarización y proyectar a sus miembros en la participación política, podría ser un camino a explorar en momentos en que el país se apresta a enfrentar el inmenso reto de devolver las tierras a quienes fueron despojados. BEETHOVEN HERRERA VALENCIA. Profesor de las Universidades Nacional y Externado. Aunque es fre- cuente que oca- sionales inter- mediarios ofrezcan hacer la comercialización, los pro- ductores se mantienen lea- les al cumplimiento de los convenios establecidos.ANDRUI
Finanzas
09 feb 2011 - 5:00 a. m.
Cetec: afros, organización y competitividad
Cetec: afros, organización y competitividad
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