Después de 11 años al frente de su revolución, el presidente Chávez finalmente ha resuelto que la Internet y las redes sociales son una amenaza para su proyecto de control dictatorial.
En los últimos tres meses arremetió contra Twitter (diciendo "te metiste conmigo parajito") y ha amenazado con regular la web. "Internet no puede ser una cosa libre, donde se haga y se diga lo que sea. No, cada país tiene que poner sus reglas", dijo recientemente en una de sus alocuciones.
El gobierno chavista también ha jugado con la idea de establecer un punto único de entrada a Venezuela del tráfico de Internet, lo que le permitiría bloquear ciertos sitios o filtrar la información, como lo hacen Cuba o China.
Chávez sabe que el problema que enfrenta es mayúsculo y que las medidas tomadas contra las estaciones radiales y televisoras no le son suficientes.
Veamos. En el 2000, cuando Chávez se estrenaba en el poder, había 950,000 usuarios de Internet, cifra que ya ronda los 8.2 millones. Facebook, que no existía en ese entonces, cuenta con 5.5 millones de usuarios activos en Venezuela.
Y en Twitter crece rápidamente la popularidad de 'tuiteros' influyentes que diariamente atacan a Chávez con sus mensajes. La lista la lidera la cadena Globovisión, cuya cuenta @globovision tiene 175,000 seguidores, seguida del humorista Luis chataing (147,000), los periodistas Nelson Bocaranda (123,000) y Alberto Ravell (113,000), y el diario El Universal (98,000).
Y por supuesto está ChiguireBipolar.com, el popular sitio de humor que se mofa de Chávez y otros personajes públicos, y que en menos de un año ha atraido a 73,000 seguidores en Twitter.
Lo que está claro hasta el momento es que Chávez no sabe cómo responder la avalacha digital que pide total democracia, apertura y libertad de expresión. Pero ya comenzó a probar suerte.
En sus alocuciones ha dicho que los chavistas tienen que aprender a utilizar Twitter y otras redes sociales, y ha exhortado a sus seguidores a convertirse en "soldados" en la Internet, para que "contraataquen por la vía electrónica".
La semana pasada, mientras asistía a la reunión de medio año de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en Aruba, vi en acción a los "soldados" cibernéticos chavistas.
Eran alrededor de 12 supuestos periodistas venezolanos, que en vez de hacer periodismo se dedicaron a agredir verbalmente a los directores de medios venezolanos, como Marcel Granier de RCTV, o a grabar en video entrevistas incendiarias para difundiarlas por la Internet.
Uno de ellos era Jorge Amorín, un autodenominado "comunidador alternativo", que dedicó buena parte de su tiempo a publicar en Twitter mensajes como este: "Las mafias de la SIP se revuelcan en sus mentiras".
Por fortuna Chávez ha llegado tarde a la revolución digital. Le va a quedar muy difícil, sino imposible, callar las voces disidentes en un país donde la penetración de móviles es del 105%. Pero va a intentarlo todo. Continuará luchando por desvertebrar los medios tradicionales. Y solo ahora comienza la guerra digital.