Aunque se le vincula con ese movimiento musical, su tendencia era otra. "Trabajo un poco, borro mucho, toso bastante". Esto lo escribía Federico Francisco Chopin, de quien se celebra por estos días el bicentenario de su nacimiento, al final de su vida.
Detrás dejaba una música apasionada y a la vez sofisticada compuesta desde la férrea voluntad de no sucumbir 'al circo' de la "fantasía cromática" del romanticismo.
Chopin nació en Zelazowa Wola, a 60 kilómetros de Varsovia, débil y con los problemas respiratorios, agravados por una tuberculosis, que le costarían la vida 39 años después sin haber dejado de toser prácticamente nunca. De hecho, aunque medía 1,70, pesaba tan sólo 45 kilos, según constaba en su pasaporte.
La fecha de su nacimiento siempre fue una incógnita, incluso para él mismo, ya que nunca pudo establecer si había sido el 22 de febrero o el 1° de marzo de 1810. La razón es que el frío que hacía cuando nació y su escasa fortaleza pudieron hacer que sus padres esperaran unos días "para ver cómo evolucionaba el neonato y entonces bautizarlo", la forma en la que entonces se daba fe de los nacimientos, explica Luis Noain, músico, profesor y experto en la obra del pianista polaco.
Noain, pianista, profesor del Conservatorio Amaniel de Madrid y docente asociado de la Universidad Complutense, sostiene que la obra de Chopin no ha sido bien entendida porque, habitualmente, se le ha asimilado al romanticismo y eso es una "gran distorsión".
Chopin, que abandonó Varsovia, para no volver nunca, el 1° de noviembre de 1830, un mes antes de la insurrección polaca, tenía la fragilidad que el estereotipo romántico ha difundido, pero era sólo física porque el compositor, el único de la historia que sólo ha tocado un instrumento, era un clásico al que repugnaba lo morboso, la exhibición y la locura de sus coetáneos.
Sólo le gustaba de aquella estética el 'dandismo' y, probablemente, fuera el único músico que vivía en París -la ciudad en la que residió tras abandonar Polonia- que tenía mayordomo, coche de caballos y se vestía en los mejores sastres.
Era bastante snob y le complacía sobremanera la compañía de la sociedad adinerada, de los nobles, los 'títulos' y los banqueros, no sólo por su riqueza sino porque eran cosmopolitas y educados, pero eso le convertía más en un cortesano que en un romántico, dice Noain.
Quizá lo que ha contribuido más a que la mentalidad colectiva le considere un personaje y un músico romántico es su relación con la escritora George Sand, con la que vivió nueve años a pesar de que cuando él la conoció comentó a sus amigos que le parecía horrorosa porque vestía como un hombre, y ella dijo de él que "parecía una niña".
La relación con ella, según Noain, termina fatal con la excusa de "complejos temas familiares" como la oposición a la relación de una de las hijas de ella -él no tuvo hijos-, pero que en realidad fue porque la escritora estaba muy cansada.
Sand, que asegura que Chopin era un 'tiquismiquis' al que todo le molestaba, se ocupó del músico y de la logística, incluida la del año que pasaron en la Cartuja de Valldemosa, en la isla española de Palma de Mallorca, porque él tenía que dedicar el invierno a dar clases de piano, en su mayoría a las jóvenes de la alta sociedad, para poder concentrarse de mayo a noviembre en sus composiciones.
"He vivido nueve años con un fantasma", escribe ella en sus memorias, aunque, dice Noain, no sabe si lo dice porque estaba muy delgado o por falta de "pulsión sexual".
Para el experto está claro que Chopin, que tuvo varias relaciones amorosas con algunas de las mujeres más guapas de la época, era heterosexual pero, es probable que, su enfermedad le hiciera estar lejos de la "actividad más o menos frenética".
Músico nacionalista
El gusto por las melodías y ritmos de su patria, es otra de sus caracterís- ticas, porque es el primer compositor nacionalista, de ahí sus mazurcas y polonesas. Su obra huye del "virtuosismo del circo", del exceso y de la moda romántica, por eso, porque quiere pervivir, dice, el músico Luis Noain.