José Antonio Ocampo es uno de los economistas más importantes de su generación. El hoy profesor de la Universidad de Columbia en Nueva York ha sido ministro de Hacienda y de Agricultura, además de director de Planeación en Colombia.
También ocupó la secretaría de la Cepal y la subsecretaría para asuntos económicos de la ONU, y a mediados del año fue incluido en la terna para la presidencia del Banco Mundial.
Recientemente, Ocampo fue invitado por Corficolombiana a una conferencia. En esa ocasión habló con Portafolio.
Cada vez sube más de tono el debate en Colombia sobre la desindustrialización. ¿Es válido afirmar que ese fenómeno se está dando?
Sí. Es válido en Colombia y en toda América Latina. La participación máxima de la industria en el PIB se dio a mediados de los años setenta y desde entonces es notoria la tendencia hacia la desindustrialización. Pero lo más alarmante es lo que ha pasado en los últimos cuatro años, cuando las manufacturas se contrajeron por la recesión del 2008, con una recuperación muy débil que ahora se convirtió en una nueva caída.
¿Cuál es la causa?
Sin duda es la minería y sus impactos sobre el consumo de bienes no transables como la construcción. Somos víctimas de la enfermedad holandesa, como lo demuestra el hecho de que tenemos todos los síntomas típicos.
¿Qué les responde a quienes opinan que esto no tiene nada de inusual frente a lo que les ha sucedido a otras sociedades?
Es que nuestra desindustrialización es precoz. Nosotros comenzamos a perder terreno manufacturero en un nivel muy bajo de ingreso por habitante, lo que ha tenido un costo enorme. Eso, para no hablar del desmonte de los mecanismos que tienen impacto sobre el desarrollo tecnológico.
¿Qué quiere decir eso?
Que el rezago que tiene la región en general y Colombia en particular en materia tecnológica es abismal. Cualquier indicador que se use muestra que prácticamente no existimos en este campo.
¿Pero la minería no es un motor del desarrollo?
El problema es que genera riqueza, pero no empleo.
¿Por qué es tan difícil convencer a los gobiernos de que eso está pasando?
Pienso que es miopía de parte de ellos.
¿Qué se debería hacer?
Ahorrar más. Es cierto que existe la regla fiscal, pero entra a funcionar en el 2020. Deberíamos aprender de lo que hicimos en los auges cafeteros, cuando guardamos parte de los recursos de las bonanzas. Ahora estamos gastando en exceso, lo que nos genera la bonanza minera.
Es decir que si caen los precios internacionales de los productos básicos, se viene una destorcida…
Brutal. No solo por menores exportaciones, sino por el golpe sobre el balance de Ecopetrol, entre otros.
¿Cuál es el consejo?
Usar más activamente el tipo de cambio, que es la variable fundamental hoy en día. En cambio, tenemos un esquema que es perverso en el corto y en el largo plazo. Estamos creciendo, lo cual sería difícil que no fuera así con este auge mineroenergético, pero la estructura del crecimiento es totalmente equivocada.
Pero estamos invirtiendo…
Así es, pero mucha también está ligada al ramo mineroenergético. No a otras áreas. Las que le permiten progresar después de que se acabe esta bonanza. Hay que pensar en las actividades que van a reemplazar al petróleo cuando se acabe.
¿Y en qué deberían ser esas inversiones?
En agricultura, en industria, en servicios de exportación. Pero eso no se da cuando uno tiene una tasa de cambio equivocada.
¿Cuáles son sus propuestas sobre el precio del dólar?
Tengo varias alternativas. La más radical es más tributación a la minería, que puede tener distintas modalidades. Una es copiar para el sector minero el modelo de la retención cafetera. Otra es un impuesto a las exportaciones de productos mineros, que es más fuerte. Como ese es el origen del auge, hay que centrarse en él.
¿Qué más?
Una intervención mucho más activa del Banco de la República en el mercado cambiario, pero dando señales claras de que el Emisor quiere una tasa más competitiva. Aquí todo parece hecho a regañadientes.
Segundo, una regulación de capitales para definir qué es inversión extranjera directa, pues hay mucho endeudamiento de las empresas con sus casas matrices que entra como inversión directa, e incluso dinero de colombianos que está afuera y entra bajo esa modalidad. Y la tercera –que sería la más extrema– es fijarle un piso al tipo de cambio, como hicieron los suizos.
¿Cómo funcionaría eso?
Con un piso deslizante. Que comience en 1.850 pesos y a ese piso compra todos los dólares que le llegan, pero con la intención de moverse a una tasa más competitiva. Eso, por cierto, sería el mayor desincentivo a traer capitales especulativos.
¿Cuál debería ser ese tipo de cambio?
De al menos 2.100 pesos. Estamos muy atrasados. Una vez más, eso no es para hacerlo ya, sino para tenerlo como meta.
¿Qué debería tener una política industrial?
No creo que lo conveniente sea volver al proteccionismo. Eso es imposible en el mundo actual y menos con los tratados de libre comercio como los hemos firmado. Pero, para comenzar, no suscribiría más TLC. Veo poco análisis en el caso de Corea o Turquía sobre su verdadero impacto.
¿Qué más propone?
Cualquier política debería tener un claro componente exportador. Hay que visualizar sectores que sean competitivos internacionalmente. A eso hay que agregarle una política de desarrollo tecnológico agresiva. Lo otro es que necesitamos más estudios. Yo no veo a las universidades en ese tema. Y, finalmente, hay que trabajar con el sector privado, incluso con las multinacionales, pero con una entidad pública que piense en este tema. Volvería a crear el Ministerio de Desarrollo y al IFI. En este último caso, fue un gran error juntarlo con Bancóldex.
En resumen, hay que hacer cambios institucionales…
Sí, pero para tener equipos pensantes, que se enfoquen en el desarrollo productivo del país, y en su sector manufacturero en particular. Tenemos mucho qué aprender de Brasil, que mira sectores en riesgo y con potencial, y toma decisiones al respecto. La clave del buen crecimiento económico es la diversificación productiva.
¿Por qué mientras otros países de América Latina han logrado dar un salto en agricultura, Colombia no?
En retrospectiva, cometimos un error al dejar debilitar nuestros centros de investigación como Corpoica. Tampoco hemos aprovechado la ventaja de ser anfitriones del Ciat, que en su momento trabajó los temas de arroz y de la altillanura. Y cuando logramos avances, no se los podemos transmitir a los campesinos.
¿Qué opina sobre la inversión extranjera en el campo?
Uno puede tener una política para evitar la acaparación de tierras por parte de extranjeros por motivos de ‘engorde’, pero si alguien quiere comprar extensiones para cultivarlas, me parece muy bien.
¿Qué más hay que hacer?
Algo fundamental que es el sistema tributario. Colombia debe tener más tributación y esta debe ser más progresiva. Nos encontramos por debajo del promedio latinoamericano. Me gusta la propuesta que hizo este Gobierno porque deja en claro que el sistema que tenemos no es progresivo. Eso de que las personas paguen el 5 por ciento en promedio, sin importar su ingreso, es una vergüenza.
¿Y el Cree que gravaría las utilidades?
Me gusta mucho, aunque de acuerdo con los datos del propio Ministerio de Hacienda le faltan como tres puntos… Debería quedar en el 11 por ciento.
Usted menciona que parte de nuestra suerte está atada a las cotizaciones de los productos básicos. ¿Qué tanto riesgo hay de que caigan?
Esto va a depender de China más que cualquier otra cosa. Hay de que ver cuál va a ser la estrategia del nuevo equipo. Pero dicho eso, es claro que ese país tiene un desafío enorme que consiste en cómo se reestructura una economía basada en el subsidio a la inversión a una basada en el consumo. El tema no es fácil porque toda solución tiene problema.
Es decir…
Que si estimula la inversión para que la economía global se sostenga, empeora el problema estructural que tiene, de excesiva inversión. Que si aumenta salarios para estimular el consumo, le pega al crecimiento. Que si remunera el ahorro, golpea a los costos del endeudamiento. En fin, la transición es difícil y cuando tenga lugar la vamos a sentir.
¿Eso asegura que los precios de los bienes primarios van a caer?
Una de mis aficiones académicas es el estudio de este tema. Hice un trabajo hace poco sobre los súper ciclos de los productos básicos y con una colega encontramos que desde fines del siglo XIX ha habido tres ciclos que duran entre 30 y 40 años. Según esa metodología, nos encontramos posiblemente al final del periodo de alza de un cuarto ciclo. Por eso creo que la parte ascendente está llegando a su fin, aunque el petróleo se comporta de manera diferente por razones de oferta.
En conclusión…
Tenemos que pensar que este auge no es eterno y que debemos prepararnos para lo que vamos a producir después de que pase. Lamentablemente, no lo estamos haciendo.
RICARDO ÁVILA PINTO
DIRECTOR DE PORTAFOLIO