Y entre el trimestre terminado en abril y el trimestre terminado en mayo, la caída fue de 72.000 puestos de trabajo, de acuerdo con el ente oficial, mientras cada día son más los conjuntos residenciales, comerciales e industriales que se finalizan pero son menos las licencias de construcción que se piden para proyectos nuevos.
Este panorama coincide con la caída de 5,8 por ciento en esta actividad en el primer trimestre, lo que puede ser el comienzo de una época de 'vacas flacas' para un renglón que tradicionalmente ha generado gran cantidad de trabajo en el país por su capacidad de absorber mano de obra no calificada.
La noticia de esta caída se da al tiempo en que se ve que el desempleo sigue en dos dígitos, 10,7 por ciento para mayo. ¿Qué le puede pasar al empleo si la construcción sigue a la baja?
Hasta hace algún tiempo, los constructores se 'sonsacaban' a los obreros entre sí debido a la escasez de empleados para terminar las obras.
De hecho, maestros y obreros se dieron el lujo de subastar sus servicios y cambiar de obra cada vez que les ofrecían unos pesos más.
Sin embargo, la bonanza laboral empezó a ceder. Así, con la desaceleración del sector es claro que los primeros damnificados son los jefes de hogar que aportan su mano de obra no calificada y que, en su inmensa mayoría, ni siquiera han completado la educación primaria o no saben leer ni escribir.
De acuerdo con el Dane, entre marzo y mayo, de los 18,8 millones de trabajadores, 870.000 empleos correspondían al sector de la construcción (756.000 están en la zona urbana y 113.000, en la rural).
Mientras tanto, la dinámica de las 13 ciudades principales ocupó 497.000 obreros. En todo el país hubo una caída de 1,86 por ciento, y en las trece principales áreas metropolitanas, un descenso mayor, de 3,47 por ciento.
Una cadena que no para
Aunque durante la construcción de la obra se ocupa un número importante de empleos directos, es claro que un proyecto es apenas el primer eslabón de la cadena de consumo.
Al entregar las viviendas, las oficinas, los hoteles o los centros comerciales se impulsan de forma importante otros rubros como la compra de acabados arquitectónicos, alfombras y textiles, accesorios decorativos, muebles y electrodomésticos.
De hecho, durante el primer trimestre del año, los hogares colombianos consumieron 6,6 por ciento más muebles, accesorios, enseres domésticos y productos para cuidados de la casa. Este rubro fue el que más le aportó (junto a otros bienes y servicios) al grupo de Consumo final interno de los hogares que creció en promedio 3,9 por ciento.
Así mismo, el consumo de alquileres brutos, combustibles y energía eléctrica subió 3,1 por ciento.
Mano de obra no calificada, un sector en 'construcción'
"En los doce años que llevo en la construcción he vivido de todo. Malos momentos por falta de trabajo pero también, como en los últimos tres años, mucho pedido por la cantidad de proyectos en marcha", dice el ayudante de obra Ezequiel Gelves, quien sin ser una eminencia en economía ni en ciencias afines habla con acierto del presente y se atreve a predecir el futuro del sector.
Este tolimense de 49 años -que forma parte del 17,7 por ciento de trabajadores cuya edad oscila entre 46 y 60 años- coincide, sin saberlo, con algunas de las tendencias expuestas en un reciente informe sobre la mano de obra no calificada realizado por la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), regional Bogotá Cundinamarca.
Allí, tras 963 entrevistas en la capital, la entidad encontró que al grupo de Gelves se suma 5,2 por ciento de jóvenes entre 18 y 20 años; 16 por ciento de trabajadores entre 21 y 25 años de edad; 15,3, personas entre 26 y 30; 16,4 entre 31 y 35, mientras que 15,6 y 14,1 por ciento están en el rango de 36 a 40 y 41 a 45 años, respectivamente.
El ayudante reconoce que no le ha faltado el trabajo y que, afortunadamente, aún quedan edificios por levantar. "Lo grave es cuando no hay obras y nos toca ver qué hacemos. Ahí se pone dura la cosa y empieza el rebusque", asegura este ex vigilante quien, en concordancia con los analistas, afirma que "durante el segundo semestre 'mermarán' las construcciones de vivienda".
Su actual trabajo en un centro comercial de Bogotá confirma otra tendencia reportada por los analistas, pero que él vive en su 'labor de campo': destinos diferentes a vivienda soportarán, en gran medida, la disminución de la dinámica de obras residenciales y esto -de paso- dejará abierta la alternativa para la mano de obra no calificada, que podrá alargar el cuarto de hora que tienen desde el 2004.
De hecho, la estabilidad en la construcción es una ventaja para este grupo que, en su mayoría, carece de un nivel de escolaridad aceptable.
Los datos confirman las falencias: 38,1 por ciento de 952 entrevistados entre 21 y 25 años dejó la secundaria en veremos mientras que 75 por ciento está en el grupo de mayores de 60 años que -definitivamente- se quedaron con la primaria sin terminar y distribuyeron parte de su vida en los ciclos de auge sectorial.
De esta forma, pese a que 95,5 de los obreros dijo que sabía leer y escribir, la mayoría tiene un nivel educativo bajo. El 43,4 por ciento apenas logró terminar la primaria, mientras que 75,5 no finalizó la secundaria; solo 3,4 por ciento realizó estudios técnicos o tecnológicos y 1,3, universitarios.
Los nuevos desean prepararse
Sin embargo, se registra una tendencia alentadora: las nuevas generaciones de obreros se quieren capacitar; de hecho, 93,1 por ciento de ellos van tras ese objetivo, especialmente los del grupo de menores de 20 años de los cuales 98 por ciento respondió con un 'sí' rotundo a la idea de estudiar.Esto ha motivado a gremios y entidades a abrir espacios para la educación y, en cierta medida, a tratar de crear un sentido de pertenencia en una actividad considerada, en muchos casos, como escampadero. Camacol Bogotá-Cundinamarca, con el programa 'Manos que construyen', y el Sena, con varias capacitaciones que avalan a los técnicos en construcción son ejemplo de ello.
Carlos Mario Restrepo Mesa, obrero de la construcción, es uno de los beneficiados. "El año pasado recibí la certificación que da Camacol y desde ese día no me ha faltado el trabajo pues aprendí temas nuevos y, sobre todo, a ser más productivo y eficiente", anota.
"A este programa hay que sumarle 'Obras-Escuela', que este año espera enseñarles a leer y a escribir a 400 obreros", asegura Eduardo Loaiza, gerente de Camacol Antioquia, quien agrega que en el futuro la idea es que el trabajo de la mano de obra, en sus diferentes niveles, tenga más reconocimiento.
Hay que dejar atrás a la mayoría que termina en una obra por accidente o porque, en aras del rebusque, no encuentran otra opción que aprovechar un oficio que no ofrece mayores impedimentos ni requisitos de enganche. En este punto, los hallazgos de Camacol indican que 61,9 por ciento de 948 trabajadores entrevistados se vincularon a la obra a través de un contratista independiente, mientras que la empresa constructora aparece como contratante directo de 32,3 por ciento de los obreros y las empresas temporales, de 5,8.
Y consecuente con la naturaleza del sector, encontró que la contratación por obra ejecutada o actividad realizada es la preponderante en cerca de 82,2 por ciento. Le sigue la contratación a término indefinido (15,5).
También llama la atención que más de la mitad de los obreros, cerca de 52,3 por ciento, tiene un contrato verbal con la empresa, mientras que el resto, es decir, 47,7, lo ha hecho por escrito lo que confirma -de tajo- la necesidad de revaluar las condiciones laborales y, de paso, aspectos como la seguridad social y la salud, que suman, en muchos casos, a los demás inconvenientes que deben enfrentar estos trabajadores.
Debilidades en los esquemas de contratación y afiliaciones
Construyen el sueño del techo propio para otros, pero pasan trabajos para tener el suyo
Las dificultades para pagar una canon de arriendo o -cuando han logrado invertir- los tropiezos para responder por la cuota mensual de la hipoteca también forman parte del día a día de la mano de obra no calificada.Y es que otros gastos, entre ellos, los alimentos, ocupan el primer lugar en la lista de prioridades lo que hace que mes a mes se vean cortos en sus obligaciones.
De hecho, el pago de arriendo o de la cuota de amortización devivienda se reporta como los ítem en los que hay más dificultades; 20,9 por ciento de su salario se va en estas obligaciones, a lo que hay que sumarle 19 por ciento en pago de servicios, 17,1 en alimentación, 11 en educación y, finalmente, 4,3 en salud.
Cifras
- 63,8% Vive en arriendo.
- 22,5% En vivienda propia
- Y 12,9 por ciento en vivienda familiar.
- Otro porcentaje pequeño habita en usufructo u otra condición.