No fue el regalo de Navidad que todos esperaban. Así podría describirse la reacción de los analistas con respecto al crecimiento de la economía colombiana durante el tercer trimestre del 2010. Y es que según lo anunció el Dane ayer, el aumento en el Producto Interno Bruto entre julio y septiembre fue de 3,6 por ciento frente a igual periodo del 2009, un punto porcentual por debajo de lo que esperaban, en promedio, un grupo de 29 firmas especializadas en hacer proyecciones. Tal como sostuvo la comisionista de bolsa Correval en un escrito, el dato es realmente decepcionante. Debido a lo anterior, las perspectivas para el final del año son relativamente sombrías. Teniendo en cuenta que el acumulado para los primeros nueve meses asciende a 4,1 por ciento, es muy difícil -para no decir imposible- llegar a la meta oficial de 4,5 por ciento. La razón es que hay que considerar que la ola invernal ha dejado grandes pérdidas en la agricultura, ha golpeado la minería y, además, ha afectado el normal desarrollo de diversas actividades como el comercio y el transporte. De hecho, cada vez crece más el grupo de quienes creen que Colombia debería darse por bien servida si en marzo próximo, cuando se conozca la cifra oficial del 2011, el resultado llega al 4 por ciento. Lo anterior no quiere decir que el balance sea catastrófico. Tan sólo basta remontarse a los cálculos de hace 12 meses, cuando las apuestas giraban en torno al 2,5 por ciento, para darse cuenta de que la evolución del PIB fue satisfactoria. Pero hecha esa aclaración, también hay que reconocer que la economía colombiana se encuentra lejos de la media latinoamericana y que será necesario redoblar los esfuerzos para que las locomotoras de la prosperidad, cuyas bondades tanto ha pregonado la administración Santos, aumenten con prontitud su velocidad. En particular, es necesario referirse a los sectores que no han tenido un buen desempeño, como ocurre con la construcción y la agricultura. Así, la primera experimentó una fuerte contracción de 10,5 por ciento en el tercer trimestre, que unos cuantos especialistas controvierten, pero que es incuestionable según el Dane. Para la entidad, el capítulo de obras civiles registró un fuerte retroceso de 15,2 por ciento que se deriva a su vez del mal desempeño de renglones como carreteras, calles, puertos y aeropuertos. Semejante comportamiento es una señal de alarma, pues no sólo va en contravía de la abundante adjudicación de contratos que hizo el Gobierno pasado, sino que muestra que el descomunal atraso del país en esta materia continúa. Al mismo tiempo, las edificaciones tuvieron una reducción del 5,1 por ciento, pues si bien las licencias de vivienda crecieron 31,1 por ciento, las de otros destinos bajaron 16 por ciento, mientras que el censo de obras mostró un saldo negativo. Si bien es probable que este panorama mejore ante el buen comportamiento de la demanda, queda claro que quienes habían dicho que la parálisis había quedado atrás se apresuraron en su juicio. A su vez, el campo continúa de capa caída, tal como le ha sucedido en lo que va del siglo. Y es que si bien el café experimentó un repunte del 9 por ciento entre julio y septiembre, los demás cultivos cayeron 5,1 por ciento. Esa situación probablemente empeorará, ante las miles de hectáreas anegadas en diversas zonas del país y las cosechas que se han perdido. Sin desconocer los esfuerzos de las autoridades, todo sugiere que el agro seguirá en cuidados intensivos, pues falta mucho para que pueda ser dado de alta. En contraste, otras actividades sacaron la cara en el terreno económico. Ese fue el caso de la minería, el transporte y el comercio, con un alza superior al 7 por ciento. Por su parte, la industria y las actividades financieras tuvieron un desempeño más modesto que de todas formas entra en la categoría de lo aceptable. Bajo otro punto de mira, también hay que destacar el buen ritmo del consumo interno, aunque la inversión avanzó menos de lo que se esperaba. Todo lo anterior debe ser estudiado con miras al 2011. Y es que más allá de los avances aquí o los lunares allá, el desafío hacia adelante es lograr mayores tasas de crecimiento que las observadas con el propósito de generar más empleo y lograr cerrar las brechas sociales. En ese sentido, la reconstrucción de las zonas devastadas por las aguas es una oportunidad para avanzar más rápido después de la tragedia. Pero ello requiere identificar responsablemente las fuentes de recursos, al igual que una buena capacidad de ejecución para que los proyectos que se emprendan se realicen, a la vez, con probidad y prontitud. Ante la cifra de alza en el PIB del tercer trimestre, el desafío hacia adelante es lograr mayores tasas de crecimiento con el propósito de generar más empleo y lograr cerrar las brechas sociales.ANDRUI
Finanzas
24 dic 2010 - 5:00 a. m.
Un dato decepcionante
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