Solo uno, el grupo boliviano Mónica Semillas compró tierras y las está preparando para sembrar soya a partir del próximo semestre. Así las cosas, varios potenciales inversionistas de peso en el mercado mundial de granos de Suramérica y Europa, y hasta un fondo de inversión estadounidense, no han concretado las intenciones de invertir en esta zona del país ¿Las razones? La mera intención de establecerse hizo que el precio de la tierra se disparara, además, los títulos de las fincas están embolatados, mientras que el negocio agrícola que los impulsó -la soya y el maíz- van de capa caída en el mercado mundial de granos. En esta zona, a comienzos de enero de este año, el precio de una hectárea era de 600.000 pesos, hoy, por arte de magia, no se consigue a menos de 2,5 millones de pesos, dice Ricardo Vargas, asesor de un grupo inversionista argentino, que desistió de comprar tierra para un proyecto de siembra de materias primas. Ellos vinieron a comienzos del año, visitaron varias fincas que les ofrecieron y establecieron un precio de 600.000 pesos. Regresaron a su país a analizar la inversión potencial en la zona; retornaron a finales de agosto para concretar el negocio y, como si nada, el precio por hectárea se incrementó a 2,5 millones de pesos. Simplemente, recogieron sus maletas y se fueron, pues dijeron que con ese precio es más barato hacerlo en su país, concluyó Vargas. En general, este es el caso de la altillanura, donde los rumores en los corrillos de Puerto López, Puerto Gaitán, e incluso, de Villavicencio, hablan de millones de dólares que correrán, venidos de bolsillos sin fondo; como consecuencia, los precios de la tierra se han disparado. Por ejemplo, se tenía la expectativa de inversiones del rey de la soya, el brasileño Blairo Maggi, quien ha enviado dos avanzadas, las que después de ires y venires por la altillanura, no han tomado decisión alguna. Otra de las debilidades encontradas en la zona ha sido el tema de titulación de tierras. Eso, precisamente, ha echado para atrás varios negocios, pues luego de haberlos concretado y, a punto de desembolsar los pagos, no aparecen los títulos de propiedad de la tierra, dijo Alfredo González, un cultivador de Puerto Gaitán. González ha guiado durante este año a siete misiones de empresarios argentinos, brasileños y estadounidenses por la zona de la altillanura, pero no se ha concretado negocio alguno, precisamente por los dos problemas anotados (los altos precios de la tierra y titulación). Quienes notificaron su llegada al país y causaron tal revuelo en la zona fueron los grupos económicos brasileños Pamini y Grupo André Maggi (de Blairo Maggi); el argentino Grupo Los Grobo (de Gustavo Grobocopatel) y un fondo de inversiones estadounidense que mantuvo su nombre en reserva. Por último, los que están allí, trabajando, pidieron al Gobierno que concluyan las obras de pavimentación de la vía.Mónica Semillas es la única inversión Hoy, luego de tanto hablarse y especularse del tema, el único inversionista extranjero con negocios concretos y funcionando en la altillanura es la empresa Mónica Colombia, subsidiaria de Mónica Semillas de Bolivia, y, a su vez, del grupo brasileño Mónica, que trabaja en Bolivia desde hace 12 años y que se ha convertido en el principal productor de soya de ese país con 42.000 hectáreas. La sociedad es propiedad de Sergio Marchett, Francisco Marchett y Ricardo Cambruzzi. Actualmente, Mónica Colombia tiene una propiedad de 3.000 hectáreas, cerró octubre con la adecuación de 1.000 y se espera que para el inicio de la temporada de siembra del primer semestre del 2009, tenga lista toda el área. Sin embargo, uno de sus representantes en Colombia dijo que la meta de esta empresa es sembrar 10.000 hectáreas en rotación con maíz. Además de la inversión en tierras, mano de obra y preparación de suelos, le compraron a la colombiana Casa Toro, representante de la multinacional John Deere, no menos de un millón de dólares en su dotación inicial de tractores e implementos. Además, importaron otros equipos e implementos para la aplicación de fertilizantes y plaguicidas de la misma marca estadounidense. Por último, frente al tema de los materiales que van a sembrarse en la zona, Arturo Vega, director de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Corpoica), dijo que, junto con el gremio de los cerealeros, se reunirá con los voceros de Mónica Colombia para determinar cuáles son las semillas de soya y de maíz que se sembrarán allí. Por su parte, Napoleón Viveros, gerente de la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales y Leguminosas (Fenalce), consideró que el país debe mirar hacia esta zona y al cultivo de la soya como una buena opción para el desarrollo del país. El ejemplo está en el Cerrado brasileño y en Santa Cruz de la Sierra en Bolivia. Si queremos ser autosuficientes tendremos que crecer en la altillanura y solo con empresarios agrícolas, concluyó Viveros.Los precios de la soya apuntan, pero al suelo La crisis financiera internacional, en especial, y la caída de los precios de las materias primas como la soya, el maíz y el trigo, también tocó a las inversiones de la altillanura colombiana. A comienzos de año, cuando las expectativas de precios altos para estos productos auguraban millonarios ingresos para los productores, los inversionistas apuntaron a las zonas donde podría conseguirse tierra, mano de obra, generar polos de desarrollo y fuesen bien recibidos los capitales extranjeros. Esas, precisamente, eran las fortalezas que presentaba Colombia y hacia allá apuntaron los inversionistas. Sin embargo, nadie contó con el elemento sorpresa: la caída en el precio de la soya, luego de año y medio en que subía de forma permanente. En enero del 2007 se pagaban 251,11 dólares por una tonelada, precio que creció de manera exponencial hasta llegar a los 609,21 dólares el pasado 6 de julio. La descolgada en el precio se dio a partir de esa fecha y se acentuó más desde el pasado 18 de septiembre, cuando comenzaron a caer las bolsas de todo el mundo y se declaró la crisis financiera internacional, que se ha llevado por delante a instituciones bancarias, los precios de las materias primas del agro y, en estos últimos días, a la industria automotriz. Durante el 2007, la soya ganó el 57,7 por ciento en su precio, mientras que durante el 2008, entre enero y el 6 de julio, se incrementó en 37,29 por ciento. Ahora, durante la crisis actual (entre el 18 de septiembre y el pasado viernes 14 de noviembre), esta materia prima perdió el 20,52 por ciento, al pasar de 410,06 dólares por tonelada a 325,90, es decir, su valor ha disminuido en 84,16 dólares. Así las cosas, con un mercado tan irregular para esta materia prima, nadie se arriesga a hacer algún tipo de inversión, menos en un país extranjero, más ahora en plena crisis. 46 por ciento ha caído la soya en el mercado mundial después de llegar a su precio más alto, 609,21 dólares por tonelada. WILABR
Finanzas
17 nov 2008 - 5:00 a. m.
Se desinfló la ilusión de la altillanura
Las intenciones de los grupos económicos extranjeros de hacer inversiones en la altillanura colombiana no están cuajando
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