Y para rematar, el 78 por ciento de las nuevas plazas creadas entre agosto de 2004 y agosto de 2005 son subempleos, eufemismo que se suele utilizar para catalogar a quienes sobreviven atrapados en la economía del rebusque. Peor aun, el 92 por ciento de los nuevos puestos de trabajo creados en julio en todo el territorio nacional son subempleos. Entre julio de 2004 y julio de 2005, el subempleo aumentó 1,8 puntos hasta alcanzar el 33,9 por ciento. Es decir, la ocupación ha crecido por cuenta de la creación de empleo informal, concomitantemente con la destrucción del empleo formal; es lo que se ha dado en calificar como la precarización creciente del empleo. Según el Dane, más de la mitad de la población ocupada está en la informalidad; los oficios del hogar y el estudio siguen siendo las ocupaciones más socorridas para quienes tropiezan con dificultades para conseguir trabajo. Tal informalidad conlleva una baja remuneración en comparación con el empleo formal y adolece de gran inestabilidad, amén de la carencia de garantías prestacionales y cobertura tanto en salud como en cesantías y pensiones. Ello explica que, según Anif, el "80 por ciento de la fuerza laboral en Colombia carece de cobertura en seguridad social, lo cual constituye una vergüenza". Lo único que le puede garantizar progresos sostenibles en el tiempo al sector productivo colombiano en términos de competitividad es la elevación de la productividad, y ello sólo es posible con base en la reconversión-modernización industrial, mediante la transferencia de tecnología y la inversión en ciencia y tecnología, las cuales siguen de capa caída. Una especie de taylorismo desaforado ha venido haciendo carrera, reviviendo prácticas decimonónicas que creíamos superadas. Empero, el Ministro de la Protección Social tiene su propia lectura de este dantesco cuadro; para él "es importante que las cifras de empleo temporal hayan aumentado, porque eso indica que hay más colombianos que están ingresando al mercado laboral, lo cual es un índice muy importante para que el desempleo caiga". No puede perderse de vista que, como lo resalta las Naciones Unidas en su informe sobre la situación social, "la división entre economía formal e informal fragmenta aun más la sociedad, incrementa las tensiones e impide a los pobres participar en el proceso de desarrollo". En las principales ciudades del país el 52 por ciento de los afortunados que tienen un empleo no tienen contrato formal de trabajo, y sólo el 3 por ciento tienen contrato a término indefinido y una mínima garantía de estabilidad laboral. La consigna debe ser, en palabras de la ex ministra Cecilia López, que "la creación de oportunidades de trabajo digno tiene que convertirse en una prioridad de la formulación de la política pública de los países. Esta es una decisión política y no sólo técnica". De otro modo los casi 7 millones de personas y las familias que de ellos dependen, jamás saldrán de ese círculo vicioso infernal, ¡aprisionados entre el desempleo abierto o disfrazado y la pobreza!- Columna de la Fundación Buen Gobierno
Finanzas
21 nov 2005 - 5:00 a. m.
La economía del rebusque
El magro crecimiento de la economía no se ha traducido en la generación de empleo en los niveles que se esperaba, máxime después de la reforma laboral, que apuntaba precisamente a tal objetivo.
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