Las nubes de tormenta se veían venir desde hace varias semanas. Pero fue apenas el martes pasado cuando cayó el primer rayo, después de que el presidente venezolano Hugo Chávez decidiera en forma unilateral congelar las relaciones con Colombia y retirar a su embajador en Bogotá, además de la mayoría de integrantes de dicha misión diplomática. Pero el tema no paró ahí. Una vez más, el Mandatario vecino volvió a poner en entredicho los vínculos comerciales y amenazó incluso con expropiar a las empresas de capital colombiano que tengan operaciones al otro lado de la frontera. Además dejó en claro que está listo a romper relaciones si sufre "otra agresión".
Como es conocido, la gota que desbordó la copa fue la información dada por la revista británica Jane's, especializada en temas de defensa, que contó cómo varias armas antitanque vendidas por el Gobierno de Suecia al de Venezuela fueron encontradas en poder de las Farc. Pero lejos de dar las explicaciones del caso, el Palacio de Miraflores decidió pasar a la ofensiva y declararse agredido por una nueva insinuación, relativa a sus vínculos con una guerrilla que es considerada un grupo terrorista en América del Norte y Europa.
No hay que olvidar, sin embargo, que el agua venía alta desde el anuncio de que tropas estadounidenses podrán hacer uso de al menos tres bases militares colombianas con el fin de adelantar operaciones de interdicción aérea y cooperar en la lucha antidrogas. Acostumbrado a pregonar que una invasión es inminente Chávez volvió a aumentar la tensión y a reiterar que la administración de Álvaro Uribe es un peligro para la seguridad regional. Tal endurecimiento coincidió con un deterioro ostensible del ya pésimo clima con Ecuador, a raíz de la divulgación de un video, ya desmentido por las Farc en el cual el 'Mono Jojoy' habla de aportes del grupo que integra a la primera campaña presidencial de Rafael Correa.
Así las cosas, es claro que la tenaza de Caracas y Quito contra Bogotá está en plena acción. Bajo cualquier circunstancia ese sería un hecho grave, pero lo es todavía más si se tiene en cuenta que se trata del segundo y tercer socio comercial de Colombia y que en ambos casos hay un amplio saldo a favor del país, pues hasta mayo este ya era cercano a los 2.300 millones de dólares.
Esa no es una cifra despreciable y menos en momentos de crisis internacional, pero sin descontar que la de la presente semana puede ser otra bravuconada del Mandatario venezolano, hay que empezar a pensar en escenarios posibles, consistentes en una fuerte disminución del intercambio.
Y es que si bien la propia vecindad y la existencia de vínculos en la comunidad de negocios garantizan que el flujo de productos siga, es claro que la presente es una decisión política y no comercial. En ese sentido, los elementos de racionalidad que normalmente operan dejan de tener validez parcial. Dicho de otra manera, no va a ser fácil que los venezolanos consigan quien les provea de huevos y leche de la noche a la mañana, pero el Gobierno bolivariano puede obligar a que las compras se paguen con dólares paralelos, al no autorizar el giro de divisas al tipo de cambio oficial, con lo cual la desventaja para los bienes nacionales es evidente.
Por otra parte, si en el caso de Ecuador, es posible responder con sanciones equivalentes, en caso de que este se mantenga en la postura de gravar a los productos colombianos a pesar de la censura de la Comunidad Andina, en el de Venezuela eso es mucho más difícil. El motivo es que lo que llega del otro lado de esa frontera es cerca de una décima parte de lo que se despacha de este. Eso aparte de que las inversiones hechas por los empresarios nacionales en territorio patriota valen mucho más y cubren más sectores, que en el sentido contrario. Quizás por eso Chávez habló con desprendimiento de las acciones que su gobierno tiene en Monómeros con sede en Barranquilla.
Y sin desconocer que Colombia, que tiene una sólida tradición jurídica, no suplantará el derecho por las vías de hecho, todo sugiere que esta vez la crisis no se va a solucionar con una palmada en la espalda. Tanto el próximo fin de la administración Uribe, como la época electoral en el país y las actitudes de Brasil y Estados Unidos, hacen pensar que esta vez el impasse va para largo y que pasará un buen tiempo antes de que regrese la armonía entre Caracas y Bogotá.
Finanzas
29 jul 2009 - 5:00 a. m.
Editorial / Otra bravuconada
Sin desconocer que Colombia no suplantará el derecho por las vías de hecho, todo sugiere que esta vez la crisis con Venezuela no se va a solucionar con una palmada en la espalda.
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