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Finanzas

06 dic 2010 - 5:00 a. m.

Editorial / Un TLC sin gasolina

En el caso de las negociaciones comerciales con Corea del Sur, lo que le interesa al país es que en territorio colombiano se establezcan plantas de producción de carros como de electrodomésticos.

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06 dic 2010 - 5:00 a. m.

A lo largo de las pasadas semanas, Corea del Sur ha estado en las principales planas de la prensa mundial. El motivo no ha sido tan solo la cumbre del Grupo de los Veinte, cuyo objetivo central fue pasarle revista a la economía global o el ataque militar del que fue objeto por parte de su vecino del norte, que implicó un alza de las tensiones en la zona.

También ha contado, y mucho, el acuerdo al que llegó durante el fin de semana con Estados Unidos, relativo al Tratado de Libre Comercio que ambas naciones habían firmado en 2007 y que parecía condenado a seguir en el congelador.

Y es que, sorpresivamente, las dos partes llegaron a un acuerdo sobre el que parecería ser el tema más álgido: el automotriz. En contra de lo que se había pactado originalmente, ahora quedó establecido que Estados Unidos mantendrá durante cinco años un arancel del 2,5 por ciento a los vehículos coreanos, en tanto que Seúl recortará inmediatamente -del 8 al 4 por ciento- el impuesto que les aplica a los norteamericanos, el cual también bajará a cero al cabo de un lustro. Eso debería permitir mayor equilibrio en el intercambio de automóviles, pues mientras los asiáticos les vendieron a los americanos 476.833 unidades el año pasado, estos últimos apenas pudieron despacharles 5.878.

Tales conquistas, y unas cuantas más, llevaron a Barack Obama a pedirle al Congreso de su país la ratificación del TLC con su socio asiático. Según la Casa Blanca, lo establecido permitirá un incremento de 11.000 millones de dólares en las exportaciones estadounidenses, generando miles de empleos. Por su parte, el presidente surcoreano, Lee Myung-bak sostuvo, a su vez, que el nuevo texto es mutuamente benéfico e hizo votos para que entre en vigor con prontitud.

Expresiones similares se habían oído a mediados de noviembre, cuando el turno con Corea del Sur fue para Perú. En dicha ocasión, un exultante Alan García afirmó que su país vería un alza importante en sus exportaciones, teniendo en cuenta que la nación asiática compra alimentos por unos 18.000 millones dólares al año. De tal manera, la meta es superar ampliamente los 749 millones de dólares vendidos en el 2009, al tiempo que los consumidores peruanos se beneficiarían de automóviles y electrodomésticos más baratos.

Mientras eso ocurre en diversas latitudes, en Colombia la situación es bien diferente. La más reciente ronda de negociaciones dejó en claro que las diferencias son todavía amplias y que los representantes nacionales esperan mucho más de los surcoreanos. Esa falta de avance coincide con un creciente estado de preocupación entre el sector manufacturero, que cree que el país tiene poco que ganar y mucho que perder si les abre sus puertas a los bienes de esa parte de Asia.

Muchos citan los ejemplos de México y Brasil, que prefirieron abstenerse de entrar en conversaciones tendientes a un acuerdo, porque consideraron que los riesgos superaban los beneficios. En el caso colombiano, la ofensiva en contra del TLC ha estado liderada por las ensambladoras nacionales de vehículos y cerca de 70 fabricantes de autopartes.

Según ellos, si el país decide permitir la entrada sin impuestos de autos extranjeros en forma masiva, estará sacrificando la posibilidad de jugar un papel en el sector. Esa actitud iría en contravía de la que han adoptado otras naciones de tamaño similar, como Argentina, Malasia o África del Sur.

Semejante argumento tiene plena validez. Si hace algunos años el mercado interno de vehículos en Colombia era inferior a las 100.000 unidades por año, hoy es claro que se ha más que duplicado y que debería seguir creciendo. De tal manera, renunciar a tener una industria automotriz nacional que genera empleos de alta calidad y ayuda a la transferencia de tecnología, sería un error garrafal.

Ello no implica, por supuesto, que se cierren las importaciones. Simplemente, que en el caso de Corea del Sur, lo que le interesa al país es que en territorio colombiano se establezcan plantas de producción tanto de carros como de electrodomésticos, como condición fundamental para llevar a feliz término la negociación de un TLC. Esa sería la manera de destrabar un tema que, tal como va, no llegará a ninguna parte.

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