Bastó que el Dane dijera que la economía colombiana se expandió el 2,5 por ciento en el último trimestre del año pasado, para que los analistas empezaran a cambiar su proyección sobre lo que puede pasar en el 2010. Y es que por cuenta de un resultado que estuvo casi un punto porcentual por encima de los cálculos hechos, muchos han comenzado a preguntarse si no han sido demasiado pesimistas y en lugar de ver el vaso medio lleno, lo han visto medio vacío.
Así, ya hay quienes sostienen que el crecimiento del Producto Interno Bruto podría llegar al 4 por ciento, una cifra bastante mejor que el 0,4 por ciento del 2009. Y aunque es posible que ese dato peque de excesivo optimismo, lo cierto es que las señales existentes revelan que hay una clara mejoría. No sólo la industria y el comercio han vuelto a tener resultados positivos, sino que el desempeño de los sectores que lideraron la dinámica productiva el semestre pasado sigue presente.
De un lado, la minería conserva su auge, de la mano de una producción de hidrocarburos al alza y de proyectos en marcha en oro y carbón. Del otro, la construcción evoluciona bien, pues los proyectos viales han acelerado su ejecución y la vivienda detuvo su caída. Además, hay esperanzas fundamentadas de que a la agricultura le vaya mejor si, como lo indica la floración en las matas, la cosecha cafetera pasa de los 11 millones de sacos.
Semejantes elementos se mezclan con lo que muestran diferentes termómetros. A mediados de marzo, el crédito hipotecario estaba creciendo a un ritmo del 15,4 por ciento, lo cual sugiere una mejor dinámica del mercado inmobiliario. Por su parte, la demanda de energía mostró una subida del 5,2 por ciento al finalizar febrero, que hace pensar en un despegue de la actividad manufacturera.
Así mismo, el incremento de las exportaciones, de 15,3 por ciento en enero, tuvo que ver con mejores precios de los productos básicos, pero también con la búsqueda de nuevos mercados, ya que las ventas no tradicionales a destinos distintos a Venezuela se habían elevado 26 por ciento. Como si lo anterior fuera poco, las encuestas de empresarios y consumidores revelan que el optimismo está de vuelta, así no se llegue a la euforia de hace unos años.
Esa suma de buenos augurios no impide reconocer que hay obstáculos en el camino. Por ejemplo, el mediocre desempeño de la cartera bancaria indica que todavía hay poco apetito para endeudarse. Igualmente, la elevada tasa de desempleo, aparte de incontables dramas personales, le pone techo al repunte de la demanda interna. No menos importantes son las consecuencias del cierre del mercado venezolano que debería llevar a que las exportaciones a la nación vecina se ubiquen en unos mil millones de dólares en el 2010, una sexta parte de lo de hace un par de años.
Un capítulo aparte es el constituido por factores difíciles de ponderar. Así, el entorno internacional es más favorable ahora, pero como lo prueba el caso de Grecia que ha puesto al sistema monetario europeo en jaque, nadie está exento de problemas. En el frente interno, la cercanía de las elecciones presidenciales introducen un elemento de incertidumbre que puede llevar a que se pospongan decisiones empresariales significativas hasta tanto no se conozca el nombre del nuevo inquilino del Palacio de Nariño.
De la misma manera, la suerte de la Emergencia Social y las repercusiones de un deterioro en el sistema de salud pueden alterar el clima de los negocios, al igual que un empeoramiento sorpresivo en el orden público. Sin embargo, aun reconociendo que los meses que siguen serán complejos, es posible afirmar que las cosas pintan mejor que antes. En particular, es notable la reanimación de la inversión privada a finales del año pasado, algo que sugiere la presencia de expectativas favorables.
Debido a ello, y no sin vehemencia, el ministro de Hacienda reclamó ayer que Colombia debería recibir el tan ansiado grado de inversión en sus papeles de deuda. Y aunque no le falta razón, sobre todo si el país se compara con algunos del Viejo Continente, es más probable que ese anuncio se demore y que primero llegue la confirmación de que la economía está creciendo un poco más rápido de lo que se pensaba hace un par de meses.