El día de hoy Mónica de Greiff entrega el cargo como presidenta de la Empresa de Energía de Bogotá. Más allá del escándalo que ha surgido alrededor de la designación de Fernando Gómez, quien firma contrato el próximo lunes como nuevo titular de la compañía, la ejecutiva hizo un balance de su gestión al frente de la misma.
¿Cómo describiría la situación de la EEB?
Como muy sólida. En los últimos cuatro años hemos registrado un aumento continuo en las principales cifras del balance. Por ejemplo, al cierre del tercer trimestre del 2012, los activos llegaron a 14,3 billones de pesos y el patrimonio a 8,7 billones. Frente a las cifras del 2009, cuando comencé mi gestión, los incrementos son del 30 y 26 por ciento, respectivamente. Por su parte, los ingresos operacionales crecieron en más del 50 por ciento. Y a Bogotá, nuestro socio mayoritario, le giramos 1,35 billones de pesos.
¿Qué hitos destacaría?
Sin duda alguna la transformación de la empresa en una verdadera multilatina, con presencia en Guatemala y Perú. Inversiones como las que hemos hecho en la Transportadora de Electricidad de Centroamérica (Trecsa) o en Gas Natural de Lima y el Callao (Cálidda) nos han permitido ampliar nuestro portafolio de negocios y generarles más valor a nuestros accionistas.
¿Y a nivel nacional?
Hemos consolidado la transportadora de gas TGI. Además, la adquisición de los activos de AEI nos permitió llegar a ser socios de Promigas, empresa de la que somos dueños en 15,6 por ciento. También hemos participado en convocatorias hechas por la Unidad de Planeación Minero Energética del Ministerio de Minas, siendo ganadores en diferentes licitaciones para la construcción de líneas de transmisión y subestaciones eléctricas, por el equivalente a más de 150 millones a dólares en diversos puntos del territorio nacional. No puedo dejar de mencionar en esa lista, en desorden, la compra que hicimos de la Empresa de Energía de Cundinamarca.
¿Cuál es la lógica detrás de esas operaciones?
Aprovechar las oportunidades con base en la experiencia que tenemos y en la calidad de las obras que hemos hecho. Todo esto redunda en beneficios para nuestros socios, y en particular para los bogotanos, pues la ciudad recibe importantes pagos de dividendos que salen de las utilidades que damos. Al mismo tiempo, se trata de aumentar nuestro tamaño en el segmento de los servicios públicos y hacernos más eficientes.
¿Qué operaciones tienen en remojo?
Estamos participando en varios concursos en Chile y esperamos que nuestras propuestas salgan triunfadoras.
También tienen inversiones en otras empresas…
Así es. En los pasados cuatro años, invertimos unos 735 millones de dólares en proyectos de transmisión, generación y distribución de energía, como socios minoritarios. Uno de los más conocidos es la construcción de la hidroe-léctrica del Quimbo, en el Huila, que es responsabilidad de Emgesa.
A pesar de las cifras que manejan, no son grandes generadores de empleo…
La verdad es que podríamos ser descritos más como un grupo empresarial, en el cual la mayoría del personal se encuentra en las 16 sociedades en las que tenemos participación como socios. Todo esto lo hacemos con 160 personas, que se destacan por un elevado nivel de compromiso y profesionalismo.
¿Cómo cambió la empresa después de la más reciente emisión de acciones ordinarias?
Para comenzar, tenemos una base de capital más fuerte. Pero no menos importante es el estar obligados a cumplir con una serie de requisitos en materia de información y transparencia. Contamos con 9.000 nuevos socios que exigen, como debe ser, un compromiso permanente de la administración de la empresa a la hora de gestionar nuestros asuntos. El hecho de que nuestra acción se haya incluido en el índice Colcap es prueba también de la fortaleza de nuestro nombre.
¿Cómo los ven los mercados de capitales?
Creo que el hecho de que nuestros papeles de deuda tengan la calificación de grado de inversión, por parte de las tres principales firmas evaluadoras de riesgo, habla por sí solo.
Tuvieron una activa participación en el tema de la responsabilidad empresarial. ¿Por qué?
Porque empresas como la EEB tienen que ser conscientes de que su labor va más allá de prestar un buen servicio o dar utilidades importantes. Hay que tener en cuenta elementos como el impacto social o la gestión sostenible de nuestros asuntos.
Nuestra participación en el Pacto Global que promueve las Naciones Unidas en áreas temáticas como derechos humanos, estándares laborales, medio ambiente y lucha contra la corrupción, tiene que ver con ese propósito.
¿Algún consejo para su sucesor?
En las reuniones de empalme creo que quedó claro que esta es una empresa manejada de forma profesional, que tiene inmensas posibilidades de seguir creciendo.
En tal sentido, como ciudadana de la capital, le deseo la mejor de las suertes en el manejo de un patrimonio que es de los bogotanos. Nuestra labor es administrar bien esta compañía, a la que no dudo en calificar como la verdadera joya de la corona del Distrito.