La consideración de invertir en la China inevitablemente nos distrae a una mirada de muy largo plazo. A medida que descubrimos las dimensiones de la cultura china, tanto en sus orígenes como en la actualidad, no dejamos de sorprendernos.
Desde el nacimiento de la era cristiana los chinos ya tenían unos prodigiosos avances tecnológicos. Xian, la capital imperial de aquel momento, tenía más de un millón de habitantes, y era la ciudad más grande del mundo.
Para aquel entonces, los chinos ya dominaban el asbesto con sus propiedades de resistencia al fuego, extraían el mercurio, utilizaban el cromo, y tenían en general una siderurgia muy avanzada. Sabían también manufacturar la pólvora y utilizaban la imprenta. Así mismo, desde la Edad Media existen relatos acerca de la llegada de los chinos a Australia en busca de minerales, tal y como sucede recientemente. Las famosas narraciones de Marco Polo nos dan una idea del esplendor de la época. China era la potencia mundial científica, económica y militarmente.
Pero, a partir del siglo XV su historia dio un giro inesperado. Aparentemente, en un caso de etnocentrismo consumado, que llevó a los gobernantes a suponer que nada bueno podían aprender del resto del mundo, los chinos decidieron cerrarse al mundo y al progreso.
Los siguientes cuatro siglos fueron de una larga decadencia, mientras occidente experimentaba su renacimiento y se ponía a la par con los avances tecnológicos de China. La decadencia china llegó a su máximo punto en el siglo XIX con la invasión de los europeos de grandes partes del país, la apropiación de Hong Kong por parte de la Gran Bretaña y un debilitamiento total del poder imperial.
Con el siglo XX los movimientos nacionalistas, la invasión japonesa y la segunda guerra mundial, culminando con la revolución comunista y el régimen posterior dieron un gigantesco revolcón a la China. El régimen comunista transformó a la China: reintrodujo una férrea disciplina social, abrió oportunidades a nuevos segmentos sociales y controló el explosivo crecimiento demográfico.
Desempeño económico
Los colombianos sentimos que un crecimiento en el PIB superior al 6 por ciento no es sostenible por varios años, pues o la inflación se desborda, o la infraestructura se rezaga, o la burbuja inmobiliaria se revienta.
Pues bien, entre 1992 y el 2004 la economía china tuvo un crecimiento promedio del 9 por ciento. En el 2005 del 10,4 por ciento y, durante el 2006 y el 2007, un aumento en el PIB superior al 11 por ciento anual. Para el 2008 y el 2009 se proyectan crecimientos aun cercanos al 10 por ciento.
En 2007 la contribución de la economía china al crecimiento económico mundial se estimó en un 16,5 por ciento, superior a la de Estados Unidos (14,4 por ciento).
Durante el año 2007 las exportaciones crecieron por encima del 25 por ciento. El superávit comercial se ha multiplicado por ocho entre el 2004 y el 2007. Desde el año 2000 la China ha multiplicado por diez sus reservas internacionales, superando actualmente la cifra del trillón de dólares (millón de millones).
Entre las 30 compañías más grandes del mundo, medidas por capitalización total de mercado, se encuentran entre 6 y 10 chinas, dependiendo del momento y las fluctuaciones de precios de sus acciones. Todas están controladas por entidades estatales chinas. La compañía más grande del mundo es PetroChina, con una capitalización de alrededor US$724 miles de millones, tan grande como Exxon Mobil y Shell combinadas.
La apertura de China al capital extranjero ha sido lenta. Durante la década de los ochenta era muy difícil para los no-nacionales invertir, situación que fue facilitándose durante la década de los noventa. Aún hoy en día la práctica totalidad de las grandes compañías en la China son controladas por el estado, eso sí, administradas de forma crecientemente profesional.
Uno de los aspectos extraordinarios de la vida moderna es la capacidad que tienen los ahorradores individuales en invertir en cada rincón del mundo.
Existen numerosos fondos que facilitan invertir en las principales acciones de compañías chinas. Para efectos ilustrativos tomamos el fondo "Xinhua China índice 25" (símbolo FXI) que invierte, en adición a PetroChina, en, por ejemplo, China Mobile (celulares y telecomunicaciones), Industrial and Commercial Bank of China, China Life Insurance y China Construction Bank, todas entre las veinte compañías más grandes del mundo.
Reflejando lo sucedido en el mercado accionario chino, este fondo rentó el 52 por ciento durante el año 2007. El valor de la unidad ha pasado de US$54 en el momento en el cual el fondo fue lanzado en octubre del 2004, a US$ 62 a principios del 2006 para llegar a casi US$ 220 en octubre del año pasado. El valor más reciente de cierre fue de US$161.
En el gráfico adjunto comparamos la rentabilidad del fondo contra la del S&P 500 desde el inicio del 2006.
Las amenazas
El resurgir de la China no está exento de amenazas. En el corto plazo, la creciente demanda interna y de otras partes del mundo, le puede permitir superar la debilidad de la economía norteamericana. Pero la China está dando algunas muestras de recalentamiento.
La inflación esta en su punto más alto de los últimos 11 años, empujada particularmente por los precios de los alimentos y la energía. El mercado de la finca raíz, por su parte, ha perdido su dinámica, los valores de las acciones de las compañías inmobiliarias se han desplomado y los precios de inmuebles en Shangai, y especialmente en el sur, cerca de Hong Kong (Shenzen) están disminuyendo.
En el medio y largo plazo la gran amenaza para el desarrollo económico chino es la evolución del sistema político y su capacidad para absorber y encausar el hiper-crecimiento económico que inevitablemente conlleva grandes desigualdades y una mayor búsqueda de libertades individuales, lo cual podría chocar con el consenso impuesto por la organización estatal y el partido como gran unificador.
A esto debemos agregar el resurgir de los regionalismos y nacionalismos, con los asuntos sin solucionar de Taiwan, el Tibet y el occidente chino.