La situación ha llegado al punto de que se acepta que Argentina es un mercado desconocido y que, con las contadas excepciones de siempre, a los centroamericanos y los tres países caribeños hispanohablantes se les mira por encima del hombro.
Por eso, el pasado jueves, un exportador colombiano expresó su desencanto porque Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Exportadores (Analdex), presentó a Guatemala, dentro de un pequeño grupo de países, como una de las alternativas para diversificar los destinos de los despachos de productos colombianos.
Aparentemente, al empresario inconforme le asistía la razón: Guatemala es un país pequeño, con aproximadamente 13 millones de habitantes, sin un gran poder adquisitivo y al que Colombia le exportó en enero pasado cerca de 11,4 millones de dólares.
Díaz comentó que sumando exportaciones adicionales aquí y allá, a un mercado y otro, los empresarios colombianos pueden aumentar su facturación externa. A esto hay que agregar que en la nación centroamericana hablan español, al igual que en otros 17 países del continente.
A Brasil, el gigante suramericano con alrededor de 190 millones de habitantes que hablan portugués, la penetración de los productos colombianos ha sido muy difícil, entre otros motivos porque el idioma es una barrera que no permite una relación fluida entre los empresarios de uno y otro país, de acuerdo con lo dicho por el ministro de Comercio, Luis Guillermo Plata.
Solo Estados Unidos
La mirada exportadora está puesta en Estados Unidos, que aunque cuenta con un gran volumen de inmigrantes latinos, los negocios se hacen en inglés. También a Europa (con sus variedad de idiomas) y más recientemente el Asia-Pacífico, cuyas lenguas resultan aún más extraños para el empresariado colombiano.
Díaz explica que la estructura productiva-exportadora colombiana se ha montado sobre el patrón de consumo estadounidense y por esto la inclinación por vender a ese mercado, lo cual no deja de ser riesgoso por la concentración de exportaciones hacia ese país (35 por ciento del total de ventas externas se dirige hacia E.U.
Producen lo mismo
Los mercados regionales, los vecinos inmediatos y los que están un poco más lejos, producen lo mismo que Colombia, es decir, compiten con los bienes susceptibles de venderles, agrega el directivo, de lo cual se concluye que no ofrecen buenas perspectivas para los exportadores colombianos. En Chile, comentó, no hay mucho qué hacer, quizás en México.
Los países que se avizoran como destinos a los cuales se puede llegar para tratar de compensar la prevista baja en las ventas a Estados Unidos y Venezuela son hispanoparlantes (no incluye a España).
El presidente de la Cámara de Comercio Colombo Centroamericana y del Caribe, Camilo Acevedo, hace notar que cuando caen los despachos a Venezuela, automáticamente suben los que tienen como destino esa zona, y viceversa.
Claro, explica, esas ventas adicionales a Centroamérica y el Caribe hispano se hacen a precios de quema, que aunque no generan pérdidas no producen una rentabilidad aceptable.
Para los empresarios colombianos, esos países tienen la ventaja del español, que facilita la concreción de negocios, pero, se lamenta Acevedo, hay un problema de cultura: "Siempre miramos mercados grandes, como el de Estados Unidos", aunque reconoce que esto se ha venido revaluando y algo han crecido las exportaciones a Costa Rica y República Dominicana.
Al directivo no le cabe duda de que los exportadores colombianos, los pequeños y medianos y los que están a punto de meterse en el mundo exportador, deberían hacer una especie de 'kínder' en los países de habla española, en donde es más fácil vender, precisamente, por tener el mismo idioma, cultura y costumbres similares.
Centroamérica importa más de 40.000 millones de dólares anuales y Colombia apenas participa con el 1,5 por ciento de ese ponqué.
Hay tanto potencial de venta allí, que a Costa Rica, que es un productor textilero, "le vendemos textiles por cerca de 30 millones de dólares", señaló Acevedo. Y en eso, además de la calidad del producto colombiano, influye el hecho de hablar la misma lengua: el español.