Tenemos que participar en las elecciones con el firme propósito de llevar al Congreso de la República ciudadanos capaces y respetables, conscientes de que su trabajo parlamentario estará al servicio exclusivo del bienestar colectivo.
Nuevamente nos acercamos a un debate electoral que en marzo de este año elegirá al nuevo Congreso de la República y en mayo al Presidente de la República.
Corresponde, entonces, a los colombianos conocer cómo piensan gobernar el país los candidatos, pues la crisis que afronta constituye, ella sí, una verdadera encrucijada que a todos nos afecta.
Tener claro cuáles son sus propuestas y prioridades para sacarnos de esta deplorable situación es condición necesaria para que el elector reflexione y pueda ejercer responsablemente su derecho al voto.
La verdadera encrucijada a que me refiero está caracterizada por: una indeseable desigualdad social; todo tipo de violencia guerrillera y de reencauchados paramilitares; los destructivos delitos conexos al narcotráfico; desmoralización creciente de la sociedad y pérdida del respeto a la vida y de los derechos humanos; abuso de privilegiados personajes que apelando a diferentes maniobras se apropian de recursos de la nación que el Estado debería administrar con destino al bienestar colectivo; una intolerable impunidad e inestabilidad institucional.
Al analizar y reflexionar acerca de esta deprimente situación se llega a la conclusión de que la mala práctica política es la principal causa de esta realidad.
Lo cual es lógico: en una democracia los electores les otorgan el poder a los políticos para gobernar y cuando fallan la nación y su población corren con las consecuencias, que en el caso colombiano han sido muy graves.
Pero tengamos presente que somos los ciudadanos electores los responsables de designar a las personas que habrán de gobernarnos, por lo cual la trascendencia del voto es definitiva.
Por tanto, es fundamental que se ejerza el derecho al voto con sensatez y plena responsabilidad. No se puede seguir con actitudes tan contradictorias como son las de crítica denigrante de los clientelistas, mantenerlos en el poder mediante el voto a su favor.
Los colombianos tenemos que crear una dirigencia política con honestos ciudadanos, preparados y conscientes de las responsabilidades que adquieren como servidores públicos y representantes del pueblo.
Acabemos con la vergonzosa realidad política actual de tener un significativo número de congresistas presos o investigados por lo que se conoce como 'parapolítica'. Hay que erradicar de esa esencial actividad cualquier indicio de 'parapolítica', 'narcopolítica' o 'farcpolítica'.
Y en cuanto a una nueva dirigencia, creo que en las diferentes regiones del país existen personajes respetados y acatados por los pobladores en razón de su conocimiento de los problemas, de su conducta limpia y transparente y de su inclinación por las causas justas de la gente.
Estos ciudadanos podrán ser el núcleo de un movimiento nacional por la depuración y rescate de la política. Con ellos se podría emprender una gran movilización hacia las urnas. Y su éxito dependerá de no permitir la incorporación a su organización de los clientelistas de los actuales partidos.
Los electores tenemos que participar en las elecciones con el firme propósito de llevar al Congreso de la República ciudadanos capaces y respetables, conscientes de que su trabajo parlamentario estará al servicio exclusivo del bienestar colectivo.