Durante los cinco años de su papado, Benedictos XVI le ha abierto las puertas a los tradicionalistas anglicanos, ha tejido nuevos lazos con las iglesias ortodoxas y ha iniciado una negociación con los seguidores de Lefebvre.
En cuando a los anglicancos, el Papa aprobó una normativa que prevé la ordenación de clérigos anglicanos ya casados como sacerdotes católicos, medida que no supondrá cambio alguno en la normativa de la Iglesia Católica, que mantiene el celibato sacerdotal.
En aras de la unidad de los cristianos y para cerrar cuanto antes la herida abierta en la Iglesia Católica con el cisma de 1988, causado por el fallecido arzobispo francés Marcel Lefebvre al ordenar cuatro prelados sin el permiso de Juan Pablo II, Benedicto XVI levantó las excomuniones y abrió negociaciones para que vuelvan al redil.
Mientras tanto, se ha reunido en varias ocasiones con el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolome I, de la Iglesia Ortodoxa. Y aunque ha mejorado la relación con la Iglesia Ortodoxa Rusa, los tiempos no están todavía maduros para una visita, histórica, de un Papa de Roma a Moscú.