A su vez, este último mineral marcó 71,6 millones de dólares, para un crecimiento de 186,3 por ciento.
Ese comportamiento de las exportaciones de ferroníquel se produjo en el momento en que las cotizaciones internacionales del níquel no alcanzaban a 30.000 dólares la tonelada, muy por debajo de las observadas en enero-febrero del 2007.
Lo anterior significa que la facturación externa del mineral extraído de Cerromatoso, en Montelíbano (Córdoba), ha aumentado por los buenos precios internacionales y por el incremento en los volúmenes embarcados.
De acuerdo con la información del Dane, en los dos primeros meses se despacharon a la China 49.300 toneladas de diferentes productos colombianos, 241,4 por ciento más que en el mismo lapso del año pasado, aunque en febrero se observó una desaceleración tanto en valores como en volumen.
La preocupación en muchos sectores (gremios, empresarios, academia y hasta en el mismo Gobierno) es la poca generación de valor en las exportaciones de productos básicos y, por lo tanto, su bajo impacto en la generación de empleo, cuyo crecimiento es uno de los propósitos de una internacionalización mayor de la economía.
Las estadísticas oficiales dan cuenta de exportaciones metalúrgicas a China, pero el ministro de Comercio, Luis Guillermo Plata, se encarga de aterrizarlas al dejar en claro que ellas corresponden a ventas de chatarra que, como en el caso del ferroníquel, no tienen valor agregado (no sobra recordar que dichas exportaciones, principalmente de desechos de cobre, generaron enfrentamientos entre los exportadores y los industriales que la procesan internamente para la producción de diferentes bienes).
Lo mismo sucede con las ventas de cuero crudo, que en este estado es considerado una materia prima básica: en el país oriental lo curten, un proceso que agrega valor, y, como dijo Plata, de allí nos lo devuelven cortado, armado y con cordones, es decir, en su forma final de calzado.
No obstante, el dinamismo chino y sus efectos planetarios también beneficia indirectamente a Colombia por la vía de los mayores precios internacionales alcanzados por algunos productos que no se exportan directamente a ese mercado asiático, como es el caso del petróleo y sus derivados y el carbón.
Quizás el mayor problema que enfrentan los exportadores colombianos para llegar a los consumidores chinos es, como lo explican las autoridades del ramo, que las dos economías son más competitivas que complementarias, lo que significa que es poco lo que se les puede ofrecer que ellos no produzcan allá, salvo que se detecten nichos específicos de compradores para determinados bienes con alto valor agregado.
Tan competitivas son las dos economías, en el sentido de producir bienes similares, que China ha desplazado a Colombia de terceros mercados, como el de confecciones, por sus bajos costos de producción y, por ende, precios muy atractivos para los consumidores que no se detienen mucho en la calidad de los mismos.
De todas maneras, mientras la República Popular China mantenga los altos ritmos de crecimiento actuales, así sean ligeramente inferiores a los del inmediato pasado, Colombia podrá continuar surtiéndolo de productos básicos a buen precio.