Todos los candidatos tienen fortalezas y debilidades. Son dos caras de la misma moneda. La campaña presidencial ya empezó a mostrarlas. Miremos fortalezas y retos de cada uno. De las debilidades que hablen otros.
La fortaleza más grande de Noemí es su actitud. Su liderazgo. Siempre positiva y propositiva. Optimista. Cuando arranca una campaña política se convierte en una locomotora. Sabe mirar para adelante y tiene la capacidad de reinventarse. Antes como candidata independiente, hoy como conservadora. Este es su gran reto. Sin embargo, su discurso, desde el Partido Conservador, se siente limitado, porque ella es más que lo que esta colectividad representa. Es cambio, no tradición.
Las fortalezas de Santos son su preparación como hombre de Estado y su capacidad de comunicar. Es ágil en sus respuestas y sólido en sus planteamientos. Sabe combinar contundencia en su mensaje y humor. Y habla con un lenguaje que todos entienden. Toma riesgos y juega duro. Va detrás de un resultado. A la legua se le ven las ganas de ser Presidente. Lo que es, también, su reto: no permitir que ello se convierta en ambición.
Pardo es un político serio. Buen funcionario y hombre de Estado. Tiene pensamiento estratégico porque es capaz de mirar hacia adelante. Entiende las conexiones entre los problemas y las soluciones. Sabe esperar cuando es necesario y actuar cuando se requiere. Es un intelectual y académico sólido. Su fortaleza es que lo ven como presidenciable. Saben que sería buen presidente. Su reto es comunicar bien como candidato. Su campaña debería preguntarle a los electores: ¿quieren un buen candidato o un buen presidente? Porque vamos a elegir a un presidente, no a un candidato.
Aunque parezca tonto, la fortaleza de Mockus se la da ser quien es. Un político diferente. Diferente pero confiable. Porque ya gobernó Bogotá y lo hizo bien. Piensa distinto a un político tradicional. Gracias a su alianza con Fajardo, y a la campaña que adelantó con Peñalosa y Lucho, se quedó con la bandera del cambio. La honestidad es su divisa. Su presencia refresca la política. Su reto como candidato: hacerse entender por todos.
Menos análisis y más posiciones concretas. Los que en política representan el cambio, son los que mayores expectativas generan. La gente les exige más. Él lo sabe.
La fortaleza de Petro es que habla desde sus convicciones. Por eso su discurso y su mensaje son potentes. Lo que dice lo cree. Es coherente con las ideas de izquierda y es un político moderno. Revisionista diría yo, en el sentido que no es dogmático sino pragmático, lo que molesta a muchos de sus coequiperos. Su reto es no asustar a los electores que no saben cómo gobernará. Cada frase suya es un cuchillo afilado, en las que dice algunas verdades. Como parlamentario genera respeto, pero como gobernante es una incógnita.
Vargas Lleras también se mueve desde sus convicciones. Su mensaje es claro. Es siempre coherente con sus ideas. Tiene la enorme capacidad de crear hechos políticos. Su fortaleza -un buen político- es su reto: no ser tan político. Es un hombre franco y directo que sabe superar dificultades con naturalidad. Como dicen en la costa: no se arruga con nada. Es juicioso y serio con las propuestas. Siempre responde.
No creo en el endoso de votos en la elección presidencial. La gente vota con criterios diversos y propios a pesar de que alguien, incluso el presidente Uribe, diga que el indicado es tal o cual. Las maquinarias se disipan. El voto de opinión domina. Cualquiera de los anteriores -unos más que otros, por supuesto- puede convertirse en Presidente o ser decisivo para que otro lo sea. Hay competencia. Ojalá que la gente vote por el que le gusta. Es lo correcto. Y no por otro, para que otro no gane.