Como consecuencia del fallo proferido por la Corte Constitucional sobre la ley que habilitaba al Presidente Uribe para presentarse como candidato a una segunda reelección, algunos analistas con entusiasmo no escatimaron elogios acerca del buen funcionamiento de las instituciones.
A las pruebas se remitían y no había más que hablar; la decisión era la demostración más contundente de la observancia de las reglas del juego con las que nos desenvolvemos en la vida. Aunque no desconozco la importancia de la decisión en cuanto al manejo institucional del país, no creo que el evento ocurrido sea prueba suficiente para soportar la tesis de que las cosas en este aspecto marchan a la perfección y que estamos a salvo del riesgo de seguir sufriendo incertidumbres por cuenta del mal desempeño en este vital frente del discurrir nacional.
Como bien se sabe, las instituciones disminuyen la incertidumbre por el hecho de que proporcionan una estructura a la vida diaria. Son una guía para la interacción humana, de manera que cuando queremos conducir un automóvil, adquirir algunas mercancías, montar un negocio, celebrar un matrimonio o enterrar a los muertos, sabemos cómo realizar esas actividades o, si no lo sabemos, podemos averiguar en forma relativamente fácil como hacerlo.
Por supuesto de inmediato nos percatamos de que las instituciones difieren cuando tratamos de realizar las mismas actividades en un país diferente al nuestro. Inclusive, existen diferencias dentro de los mismos límites geográficos, por las formas distintas en que operan las regiones o los municipios.
La función principal de las instituciones en la sociedad -cabe insistir- es reducir la incertidumbre estableciendo una estructura estable (pero no necesariamente eficiente) de interacción humana. No obstante, su estabilidad de ninguna manera contradice el hecho de que estén en cambio permanente. Son una creación humana; así, entonces, evolucionan y son alteradas por humanos, razón por la cual, para estudiarlas, es preciso comenzar por conocer al individuo.
Desde luego el cambio es, por lo general, un proceso complicado porque las alteraciones ocurridas al margen pueden ser consecuencia de los cambios en cuanto a normas, limitaciones informales y diversas clases de efectividad y observancia coercitiva.
Algo más; no se puede olvidar que afectan el desempeño de la economía debido a su efecto sobre los costos del cambio de la producción. Junto con la tecnología empleada determina los costos de transacción y transformación que conforman los costos totales.
Las instituciones incluyen aquello que se prohíbe hacer a los individuos y, a veces, las condiciones en que a algunos se les permite hacerse cargo de ciertas actividades. Tal como se han definido, constituyen el marco en cuyo interior ocurre la interacción humana. Dicho de manera más simple; son totalmente análogas a las reglas del juego en un deporte competitivo de equipos.
Puestas las cosas en esos términos y a la luz de las realidades nacionales debemos reconocer que estamos lejos de tener un orden institucional adecuado y, lo más importante, acatado y respetado por todos los ciudadanos. Para no ir demasiado lejos, basta recodar las razones por las que la Corte declaró inexequible la norma; todas se refieren al desconocimiento flagrante de las reglas del juego.
En perjuicio nuestro obran otros aspectos mucho más importantes; tal es el caso de la vigencia de la guerrilla, la corrupción de tantos legisladores y la venalidad incrustada en la administración. A veces las instituciones funcionan, pero...