Pudo pasar que miles de colombianos no entendieron nunca qué era eso del Parlamento Andino y prefirieron no meterse en el enredo. Pero muchos otros, dentro de los que me incluyo, comprendimos a tiempo lo inútil y costoso que representa esa institución y protestamos con indignación por el aparato burocrático, que aunque existe desde 1979, sólo ahora estamos padeciendo de verdad los colombianos por un protocolo adicional que firmó Colombia junto con los demás países de la Comunidad Andina de Naciones y que se reglamentó internamente mediante una ley, ordenando la elección popular de cinco ciudadanos con jugosos sueldos, asesores, esquemas de seguridad y gastos de representación, equiparándolos con los senadores nacionales para todos los efectos. Es el puesto que todos quisiéramos: está fijado que sesionan una vez por mes, viajan lo suficiente y hacen parte de un órgano que de todo tiene menos de parlamento, pues no legisla, no ordena, no genera decisiones vinculantes para los países; no sirve para nada, pero cuesta mucho. No basta, sin embargo, con que se repitan las elecciones y refrendemos, ojalá por una mayoría mucho más amplia, nuestro histórico descontento. Tenemos que abogar por el fin de la institución misma. La CAN está saturada: tiene Fondo Latinoamericano de Reservas, Organismo Andino de Salud, Consejo Consultivo Laboral Andino, Consejo de Pueblos Indígenas, Corporación Andina de Fomento, Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores, Consejo Presidencial Andino, el tribunal de justicia ¿Le hará falta, como si no fuera poco, un parlamento integrado por políticos que, en su mayoría, no son ni tecnócratas ni verdaderos expertos en asuntos de integración regional? El Parlamento Andino vive de declaraciones obvias y nada novedosas. La de Santa Cruz, la de Lima, la de Trujillo y una muy simpática del 2006 en Bogotá, en la que lamentan el retiro de Venezuela de la CAN, elevan votos por el pronto regreso de ese país, y vamos en 2010 y la República Bolivariana nada que vuelve. Pero suele ser así con todas sus declaraciones: una colección de palabras al viento que a nadie obliga, que a nadie importa. No estamos solos. He revisado el comportamiento electoral de los otros países que vienen implementando desde el 2000 el sufragio universal frente al Parlamento Andino y, por citar dos ejemplos contundentes, antes de su retiro de la CAN, Venezuela hizo el ejercicio en el 2005, presentándose un 75 por ciento de abstención. En Perú, en el 2006, el voto en blanco también ganó en las elecciones de Parlamento Andino obteniendo el 28,26 por ciento de los votos, seguido por el Partido Unión por el Perú (13,9 por ciento) y el Partido Aprista (13,18 por ciento). Doce partidos y movimientos no alcanzaron ni siquiera el 1 por ciento. No nos choca la integración comercial. Nos fastidian las ansias de los políticos por más burocracia y las instituciones inútiles que inspiran un movimiento como el del 14 de marzo en el que, definitivamente, los del voto en blanco fuimos más. No nos choca la inte- gración comercial. Nos fastidian las ansias de los políticos por más burocracia y las insti- tuciones inútiles que inspiran un movimien- to como el del 14 de marzo en el que, defi- nitivamente, los del voto en blanco fuimos más.JOSÉ MANUEL ACEVEDO M. Analista jose.acevedo@etb.net.coANDRUI
Finanzas
19 mar 2010 - 5:00 a. m.
Y ganó el voto en blanco
Poderoso mensaje el que muchos expresamos en las urnas a propósito de las elecciones de Parlamento Andino: que 1445.000 sufragantes se hayan pronunciado depositando un voto en blanco tiene que significar algo más que una mera confusión de mecánica electoral.
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