Mientras en 1990 casi el 80% de la capacidad de generar electricidad dependía de las hidroeléctricas, hoy, por la sequía, la generación real está dividida con las termoeléctricas.
EDUARDO PIZANO
Especial para PORTAFOLIO
En los últimos meses, en medio de la sequía generada por el llamado fenómeno de 'El Niño', Venezuela y Ecuador han tenido que tomar medidas de emergencia, incluyendo racionamientos de energía. Por el contrario, Colombia ha sorteado esta coyuntura climática sin particulares traumatismos, e incluso ha exportado electricidad.
¿Por qué se presenta esta diferencia? ¿No es absurdo que un país como Venezuela, uno de los principales productores de petróleo y gas del mundo, se halle en una crisis de su sector energético, y Colombia no? La explicación es que en nuestro país aprendimos de experiencias pasadas, y adecuamos nuestra infraestructura y oferta energética para afrontar contingencias como éstas. Dentro de las transformaciones que se dieron a partir de los primeros años de la década del noventa, una muy importante ha sido el incremento en la utilización del gas natural como fuente de energía, lo que ha permitido disponer de un respaldo adecuado, y muy confiable, cuando los embalses bajan por falta de lluvias.
EL GAS SE QUEMABA
Parece increíble pero, antes de los noventa, gran parte del gas que se producía en los campos petroleros -como un producto asociado al petróleo- se quemaba, porque no existía una infraestructura para transportarlo ni forma de aprovecharlo. Desde los años setenta, se habían descubierto los grandes yacimientos de gas en La Guajira, y otros depósitos en Huila y Santander, y se habían comenzado a desarrollar redes de distribución urbana en Santa Marta, Barranquilla, Cartagena, Neiva y Bucaramanga, por su cercanía con estas reservas. Pero el resto del país no recibía los beneficios del gas natural, y dependía casi exclusivamente de la energía producida por hidroeléctricas.
Con el racionamiento eléctrico de 1991 y 1992, el Gobierno Nacional tomó dos decisiones fundamentales, plasmadas en sendos documentos Conpes: aprobó el programa para la masificación del consumo de gas, y diseñó el llamado Plan de Gas para garantizar su oferta mediante la exploración y explotación de nuevos yacimientos, la construcción de una red troncal de gasoductos, la ampliación del sistema de transporte existente, y la conformación de un mercado en los sectores industrial, residencial y termoeléctrico.
A partir de entonces, el desarrollo del gas natural como producto energético de primer nivel -más barato y menos contaminante que el petróleo y sus derivados, y que el carbón- tomó una dinámica excepcional. Se construyó el gasoducto Ballena-Barranca, con lo que se garantizó el transporte de gas desde La Guajira hacia el interior, y se optimizó el aprovechamiento de las reservas de Cusiana, Cupiagua y Apiay en los Llanos Orientales, además de otros campos menores. Se instalaron termoeléctricas en la Costa, en el Magdalena Medio y en el Valle, ampliando la red generadora del país.
Con todos estos elementos -unidos a una campaña de promoción de las ventajas de la utilización del gas, por ser un recurso limpio, barato y seguro-, la participación del gas en el mercado energético nacional pasó del 5,2 por ciento en 1990 al 21 por ciento en el 2009.
Mientras en 1990 prácticamente el 80 por ciento de la capacidad de generar electricidad dependía de las centrales hidroeléctricas, hoy, como resultado de la sequía, la generación real está dividida por partes iguales entre hidroeléctricas y termoeléctricas. Por eso, la disminución de los embalses no nos afecta en la misma medida que a los vecinos.
Colombia produce alrededor de 1.100 millones de pies cúbicos diarios de gas natural, de los cuales, en la coyuntura actual, unos 440 millones son demandados por las termoeléctricas -para garantizar el suministro eléctrico del país-,60 millones se exportan a Venezuela, y los restantes 600 millones se distribuyen entre los sectores residencial y comercial, el gas vehicular, la industria y las refinerías. Cerca de 300 mil vehículos -200 mil de ellos taxis- funcionan con gas natural, y 5,3 millones de viviendas lo usan para fines domésticos, reduciendo así sus gastos por el consumo de energía. Se trata de un enorme mercado, en permanente crecimiento, al cual debemos responder preguntas fundamentales: ¿Hay suficiente provisión de gas para el futuro? ¿Vale la pena convertir mi vehículo o mis electrodomésticos para que funcionen con gas?
Para resolver estos interrogantes se reunirán en Cartagena, el 25 y 26 de marzo, más de 500 empresarios de gas del país, con expertos nacionales e internacionales, en el XIII Congreso de Naturgas. Puede anticiparse, con base en cinco argumentos de peso, que la respuesta es positiva.
PRIMERO, LAS RESERVAS Colombia tiene reservas probadas de gas natural que garantizan el suministro a la totalidad de la demanda por lo menos hasta el año 2016.
Segundo: La Agencia Nacional de Hidrocarburos está haciendo esfuerzos permanentes para incrementar la exploración de potenciales yacimientos que pudieran incrementar la oferta gasífera del país.
Tercero: gracias al contrato firmado por Ecopetrol con PDVSA, tenemos la garantía de poder importar gas de Venezuela entre el 2012 y el 2027, de acuerdo con las necesidades de nuestro mercado.
Cuarto: tenemos también la posibilidad de importar gas natural licuado (GNL) de países altamente competitivos en su producción como Trinidad y Tobago. Esta clase de gas líquido, en el que la molécula de gas se reduce hasta en 600 veces su tamaño, permite su transporte por barco hasta plantas colombianas donde se puede volver a gasificar. Chile, por ejemplo, está aprovechando la oferta mundial de GNL para disminuir la dependencia que tenía frente a Argentina.
Quinto: La Drummond está trabajando en una alternativa para aprovechar el gas metano depositado entre los mantos de carbón en los yacimientos de este mineral en el norte del país.
No más racionamientos en Colombia
Ante esta perspectiva favo- rable de abastecimiento, queda una última inquietud por absolver. ¿Por qué se han producido en los últimos meses algunos eventos de racionamiento de gas natural en el suministro para industrias y vehículos? La respuesta es clara: no se trata de un problema de disponibilidad del combustible, sino de falta de capacidad de la infraestructura de trans- porte, que se estaba que- dando corta frente a la demanda. La buena noticia es que ya están en marcha las soluciones a este cuello de botella. Con la amplia- ción de la capacidad del gasoducto Ballena-Barran- cabermeja, de la conexión Cusiana-Cupiagua y la construcción del gasoducto Gibraltar-Bucaramanga, entre otras obras que se entregarán este año, se eliminará el riesgo de interrupciones parciales del suministro. En la medida en que el marco regulatorio se adecúe y actualice para incentivar aún más la inversión -adecuación por la que clama el sector-, se seguirá construyendo la infraestructura que garantice la eficiente y continua prestación del servicio.