Expertos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (Usda) aseguran que el glifosato, considerado una de las principales herramientas para luchar contra las plagas en las grandes plantaciones de cultivos genéticamente modificados, ha perdido su efectividad, sin que exista un sustituto que les preste una ayuda eficaz a los agricultores.
Los analistas centraron su investigación en los cultivos de maíz y soya, los más representativos de la agricultura estadounidense, y descubrieron que en la última etapa, a lo largo de 20 años de aplicación del herbicida, su eficacia cayó hasta en 40 por ciento en el caso de la soya, y, en consecuencia, en el rendimiento económico de los productores.
Una de sus conclusiones es la necesidad de entrar a administrar la resistencia de las plagas, para prolongar la vida del herbicida, haciendo uso de prácticas integrales como la rotación de cultivos, la combinación con otros plaguicidas y labranza que evite la erosión.
Los investigadores identificaron un total de 14 tipos de malezas en las cuales el glifosato ya no es efectivo, a pesar de que sus aplicaciones crecieron con el paso del tiempo, estimuladas además por el bajo costo del producto.
Durante el 2013, en ambos cultivos (soya y maíz) se aplicaron más de 350 millones de libras de principios activos de herbicidas, entre los cuales el glifosato represento un poco más de la mitad, en una extensión de 175 millones de acres.
En el caso de la soya, ante el auge de las malezas la aplicación de otros herbicidas se dobló a partir del 2006. En el cultivo del maíz, que poco usaba el glifosato en ese año, aumento su uso en 35%.
Para su análisis, los expertos diseñaron un modelo que llamaron ‘bio-económico’, donde evaluaron los rendimientos agrícolas de ambos renglones, con o sin la administración de la resistencia del producto.
Bajo dicho esquema, con fundamento en una rotación de los cultivos cada dos años, el rendimiento económico mejoraría especialmente para la soya, calculándose un menor costo de producción de hasta 60 dólares por acre.
El grupo de trabajo de Usda, que contó con la colaboración de tres universidades, sostuvo que para que el modelo funcione se requiere del compromiso cooperativo de los agricultores, pues con algún vecino que quede se sin aplicarlo promoverá la expansión de las malezas.
Germán Duque
Miami