En agosto, la Junta Directiva del Banco de la República mantuvo la tasa de interés estable en 4, 50 %, completando así un año sin cambios en la principal herramienta de política monetaria.
Al igual que en la reunión de julio, la decisión se tomó por mayoría, confirmándose además en la rueda de prensa que existen algunos codirectores que preferirían aumentar el tipo de interés.
La mayoría de los analistas consultados por Portafolio.co consideran que aún no se ha presentado un cambio fuerte en las expectativas de inflación.
En la medida en que estas permanezcan ancladas a la meta y se presente una mejora gradual en el balance de la cuenta corriente, casi todos mantienen un pronóstico de una tasa de interés inalterada en 4,50 % durante los próximos meses.
Sin embargo, los especialistas estiman que las expectativas de inflación seguirán siendo el factor clave para la política monetaria en el corto plazo.
UNA JUNTA DIVIDIDA
Con el ambiente aún cargado por la decisión de la Reserva Federal (FED) de no subir las tasas de interés en los Estados Unidos, la Junta del Emisor se mantiene dividida.
Un informe de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá indicó que existirían tres grupos de opinión.
Un primer grupo de codirectores consideraría que por ahora no se debería aumentar la tasa a pesar de que existen riesgos que podrían llevar a ese desenlace.
Para este grupo resulta fundamental que la credibilidad de la política monetaria no esté debilitada y por eso el alza no es necesaria aún.
Un segundo grupo, cree que no es necesario subir las tasas porque la desaceleración económica experimentada a lo largo del año se encargaría de contener las presiones inflacionarias.
Debido a que la inflación se mantiene estable y las expectativas son controladas, el Banco debería esperar más información económica para tomar la decisión.
Un tercer grupo, que quisiera anticiparse y controlar las expectativas de inflación, está de acuerdo con un incremento de los tipos que reduciría las presiones devaluacionistas y haría una corrección en los desbalances externos.
Aunque la inflación básica aumentó durante los últimos 10 meses, los principales factores que han distorsionado el nivel de los precios son la reducción de la oferta de alimentos y el impacto de la devaluación.
¿POR QUÉ SUBIR LAS TASAS?
Para Felipe Campos, gerente de Investigaciones Económicas de Alianza Valores, los codirectores de la Junta se encuentran “muy divididos”. Sin embargo, los argumentos a favor de una subida son los siguientes:
-El Índice de Precios al Consumidor podría superar el 5 por ciento antes de finalizar el año, lo que representa un punto porcentual por encima del techo de la meta.
-No existe un costo elevado de subir la tasa. Por el contrario, Banrepública envía un mensaje al mercado: existe un compromiso en controlar la inflación.
-Una desaceleración económica no es suficiente para controlar los precios. Brasil está en recesión y el IPC se ubicó sobre un nivel de 8 por ciento.
-Las opiniones de los codirectores están divididas y esto respalda el argumento de que las expectativas no están del todo bajo control.
Ángela González, economista del Banco de Bogotá, le comentó a Portafolio.co que debido a la “sorpresa alcista de inflación de agosto”, los pronósticos cambiaron y ahora el modelo calcula un aumento de 25 puntos básicos hasta alcanzar un nivel de tasa de 4,75 %.
“No obstante, el resultado de un crecimiento de la demanda interna inferior al agregado de la economía (2,5 % versus 3,0 %) para el segundo trimestre, reduce la probabilidad de una política monetaria contractiva”, señaló González.
¿POR QUÉ NO?
Quienes piensan que una subida de tasas resulta ‘inútil’ justifican que:
- Los factores que tienen la inflación elevada como depreciación del tipo de cambio y fenómeno climático son transitorios.
“La sequía no durará todo un año y en este escenario hipotético, el dólar tendría que estar por encima de 4.000 pesos el próximo año para seguir presionando precios al alza. Nuestros modelos muestran que incluso un nivel de 3.800 pesos tiene poco efecto”, explicó Felipe Campos.
-Las expectativas no se han visto afectadas ni en encuestas de analistas ni las implícitas en los títulos de negociación.
“En Brasil la inflación superó el rango meta por tres años seguidos antes que las expectativas se dispararan, mientras que Colombia solo lleva seis meses en esta situación”, comentó el analista de Alianza Valores.
-La inflación es un riesgo potencial pero relativamente lejano. Por el contrario, la desaceleración es un riesgo real.
Colombia debe enfocarse en el bajo crecimiento el cual según nosotros puede llegar por debajo del uno por ciento el próximo año. Bajo este contexto, subir tasas es alejar la recuperación económica del país.
-La mayoría de la Junta han sido muy explícitos en que no están dispuestos a ceder ante presiones temporales.
“Los analistas que responden que si a la encuesta están opinando que harían ellos mismos. Sin embargo, sabiendo cómo piensa la mayoría de la junta, en lo que se debe enfocar el análisis es en que es lo más probable que hagan, y dados sus discursos, es altamente probable que se queden quietos”, expresó Campos.
Por su parte, Wilson Tovar, gerente de Investigaciones Económicas de Acciones y Valores, indicó que un incremento no tendría un efecto inmediato sobre la economía real: “Para que se sienta el impacto de una subida en la tasa repo se requiere de un período entre cuatro y ocho trimestres. El traslado de una decisión de política monetaria necesita un compás de espera que no se verá en el futuro inmediato”.
Así mismo, Tovar estima que a pesar de que la inflación a finales de septiembre se ubicará sobre 4,9 %, no es viable que el Emisor haga el incremento porque el fenómeno de ‘El Niño’ empezará a ceder a finales de año.
“Actualmente, una presión que se mantiene sobre la inflación es la estabilidad de los precios de los combustibles a nivel local en un contexto marcado por la caída de las cotizaciones de los hidrocarburos”, agregó el gerente de Acciones y Valores.
Sebastián Rojas
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