¡Al parecer, toda persona que se postula a la presidencia! Es imposible contar las veces que Barack Obama y John McCain se han proclamado exclusivos agentes de la promoción del cambio en Washington. Y eso sin hablar de la gran cantidad de sabihondos que opinan sobre el tema. Al parecer, en la actualidad, cualquier persona tiene su punto de vista sobre quien está en mejores condiciones de agitar las aguas. Y eso nos incluye a nosotros. No para decidir quien es mejor, si Obama o McCain, cuando se trata de transformar a Estados Unidos. Es obvio que ambos lo harán, aunque de manera diferente. Lo que querríamos discutir es qué tipo de persona, en general, y especialmente en materia de negocios, cuenta con las cualidades necesarias para que ocurran los cambios. Pues, como su pregunta sugiere, estamos de acuerdo en que los promotores del cambio son muy diferentes al resto del lote. Por cierto, creemos que ellos constituyen no más que un 10 por ciento de todos los empleados. Pero no queremos adelantarnos a la historia. En nuestra experiencia, los más eficaces promotores del cambio comparten dos principales atributos: cuentan con poder oficial y son fervorosos creyentes. ¿Parece obvio? Tal vez. Pero tome en cuenta esto. La mayoría de las preguntas que recibimos acerca de la necesidad de cambios provienen de contribuyentes individuales. Generalmente se trata de personas ansiosas por mejorar las cosas y frustradas porque tropiezan con la inercia de la organización. Esas personas desean ser promotoras de cambio. Y descubren que no lo pueden ser. Y tienen razón. No decimos que es imposible que los cambios sean generados por un empleado desconocido que cuenta con una gran idea. O que el cambio no ocurrirá en el futuro, pues blogs de una empresa y otras formas de redes sociales permitirán congregar a empleados en todos los niveles a fin de que reclamen cambios. Sin embargo, aunque parezca injusto, y pese a los logros alcanzados por el compromiso de los empleados, el cambio lo concretan en buena medida personas dentro de una organización que cuentan con algún tipo de autoridad. Y esa autoridad puede consistir en controlar una empresa, un grupo, o un equipo de proyectos. Ese cambio es impulsado por gerentes que tienen las plataformas de sus posiciones oficiales a fin de patrocinar nuevas direcciones, y que poseen la capacidad de contratar, promover y recompensar a otros dispuestos a aceptar esos cambios. En otras palabras, los promotores del cambio tienen que ser líderes. Pero no todos los líderes son promotores del cambio. Tal como hemos dicho, sólo un escaso porcentaje de empresarios ingresan en la categoría. La vasta mayoría se limita a enunciar, está bien, pongamos manos a la obra, una vez que alguien les explica la necesidad de hacer un cambio. Por otra parte, tal vez un veinte por ciento muestran gran resistencia e intentan luchar para mantener el status quo hasta el amargo final. Y ese final llega invariablemente cuando los promotores del cambio encargados de la situación les ordenan que despejen su escritorio. Y ese tipo de acción decisiva, por cierto, nos lleva a definir otro atributo de los reales promotores del cambio. Se trata de personas que tienen una gran proclividad a la acción. Parecen entender que liderar los cambios es un proceso complicado, y que hay escasas respuestas claras acerca de cómo se desarrollarán los eventos. Esas personas parecen entender que cualquier iniciativa de cambio es rechazada a través de críticas ardientes y persistentes. Pero, sin importar eso, deciden afrontar la pelea. Tienen valentía para eso. Pero no piense que los promotores del cambio son como El llanero solitario. Por el contrario. Los más eficaces promotores del cambio tienen siempre un poderoso núcleo de simpatizantes. Sin duda alguna, han aprendido que los cambios se registran con más rapidez y más profundidad en organizaciones donde los empleados se hallan realmente convencidos de su significado y creen en el éxito de manera apasionada. Ellos quieren que las personas cambien, no para evitar castigos, sino para lograr grandes recompensas. ¿Y cual es esa recompensa? Para algunos promotores del cambio, consiste en el crecimiento. Seguramente eso es lo que impulsó a A. G. Lafley, como director general de P&G, para liderar la gran revolución de innovación durante los últimos años. Pero para otros, el cambio en sí es la mejor recompensa. Por ejemplo, Richard Branson, de Virgin, ha dicho que continúa ingresando en nuevas industrias para que sus empleados sigan interesados en el trabajo. Para él, el cambio no es simplemente una cuestión económica. Es también diversión y entusiasmo. Nuestros ejemplos de una persona tranquila como Lafley y de una persona con arrolladora personalidad como Branson, nos llevan al punto final acerca de los promotores de cambio en cualquier línea de trabajo, sea política o de otra índole. Usted no descubrirá cómo son por su aspecto, sino por la forma de actuar. Ellos ven que el cambio se acerca, y quieren conducirlo a su lugar de trabajo. Jack y Suzy Welch son autores del libro Winning. Ustedes pueden enviarles preguntas por correo electrónico a winning@nytimes.com. '' Los más eficaces promotores del cambio comparten dos atributos: cuentan con poder oficial y son fervorosos creyentes. Se trata de personas ansiosas por mejorar las cosas y frustradas porque tropiezan con la inercia de la organización.WILABR
Finanzas
20 sept 2008 - 5:00 a. m.
Identificando a los promotores de cambios
¿Qué clase de persona es una promotora de cambio? Anil Kale, Pune, India
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