Tarsicio Mora, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) calificó como error político el incremento de 3,64 por ciento, 1,64 puntos por arriba de la inflación esperada para el 2009, porque considera que el Gobierno sigue decretando pobreza, ya que con 540 pesos diarios del incremento un trabajador no tiene ninguna capacidad de consumo mayor.
Por ello, avizora cierre y despidos en las empresas del país y que se perjudicarán a la base de la pirámide del consumo, vital para darle un nuevo aire a la alicaída economía.
Por su lado, el presidente de la Confederación General del Trabajo (CGT), Julio Roberto Gómez, afirmó que no hay ningún gesto de generosidad con el aumento porque deja al descubierto que la ausencia de política salarial con el fin de mejorar las condiciones de los trabajadores.
Para él, lo más grave es que la tasa de desempleo está por encima del 14 por ciento y en cada hogar sólo trabaja una persona con lo que no se compensa el incremento de los precios de alimentos y servicios.
El presidente de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), Guillermo Botero Nieto, explicó por su lado que el incremento es razonable y a lo largo de las negociaciones entre los gremios, el Gobierno y en los trabajadores, fue partidario de que estuviera en el rango de 3,5 a 4,0 por ciento.
En su opinión, sectores de la economía como el exportador y el agropecuario enfrentan dificultades por la caída de la demanda y la mayor competencia provenientes de las importaciones, por lo que lo se tiene que aprender a convivir con una tasa de inflación baja. "La clase laboral debe entender que los bajos porcentajes de incremento en el mínimo es es un cambio de cultura que hay que ir asimilando", agregó.
Sin embargo, el dirigente le pidió al Gobierno que esté atento para que los incrementos regulados como las pensiones escolares y servicios públicos, estén en línea con la baja inflación.
Por su parte, Augusto Solano, presidente de la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores), respaldó el incremento salarial, pero consideró que la floricultura, al ser un sector altamente intensivo en mano de obra, presentará altos costos laborales.
"Además, los empresarios pagan unas contribuciones parafiscales muy altas y, por otro lado, la revaluación del peso colombiano frente al dólar estadounidense contribuye a la pérdida de competitividad. Entendemos el interés del Gobierno de aumentar el salario más allá de la inflación, pero debería tomar medidas para disminuir el costo laboral en que incurren los empresarios, de lo contrario, el empleo formal va a ser cada vez menor, mientras que seguirá creciendo la informalidad y el subempleo", dijo.
Lonjas sorprendidas
"De cualquier forma, la determinación es consecuente con la situación que atraviesa el país; sólo espero que la inflación no se dispare y que se afecte el bolsillo de los consumidores, de hecho, muy golpeado durante el 2009", sostuvo.
El gerente general de la productora y exportadora de vestidos de baño femeninos Phax, Giuseppe Gaudenzi, también consideró que el incremento fue adecuado a la situación que vive la economía colombiana.
"Nunca los actores de la economía van a estar satisfechos con el nivel del incremento del salario mínimo, pero lo importante al margen de eso es que se está controlando la inflación, que es una de las variables más difíciles de un mercado e impacta la capacidad adquisitiva de la gente", agregó.
En su opinión, un aumento razonable de los salarios implica costos adecuados para que las empresas puedan afrontar sus propias expectativas de exportación y competitividad. Los productores nacionales del sector de textil- confecciones afrontaron un 2009 difícil debido a la competencia desleal y la revaluación.
La apreciación del peso le resta competitividad en el mercado interno a los productores nacionales porque se origina mayor competencia con las importaciones, mientras que los que exportan pierden clientela en los mercados externos.