La acepción que nos ofrece el diccionario de la Real Academia de la Lengua de 'Don' es la siguiente: "tratamiento de respeto, hoy muy generalizado, que se antepone a los nombres de pila.
Antiguamente, estaba reservado a determinadas personas de elevado rango social".
Debo confesar que una de las prácticas que me resultan más irritantes en la saga del paramilitarismo que estamos viviendo consiste en escuchar que se reserva el trato de 'Don' a redomados delincuentes.
Así, se habla de 'Don Berna', de 'Don Mario', de 'Don Diego' con naturalidad y como si se tratara de algo obvio.
El lenguaje determina de manera inconsciente reacciones colectivas frente a fenómenos sociales.
Si se utiliza la palabra 'Don' para preceder el nombre de pila de estos facinerosos, en el imaginario colectivo queda reafirmada una imagen de respeto y de dignidad para con los así nombrados.
Imagen que por supuesto no debería ni existir ni reafirmarse.
Es entendible que en los bajos fondos en los que se forman estas bandas se utilice el 'Don' como una forma verbal con la que los subalternos reconocen poder y jerarquía a quienes los dirigen y mandan.
Pero no debería dársele continuidad a estas denominaciones respetuosas cuando se trata, ya no de la manera como un hampón menor se refiera a uno superior, sino cuando es un medio el que se refiere a un delincuente que participa en una audiencia, en un interrogatorio, en una matanza.
O cuando una crónica televisiva o radial nombra a alguno de estos siniestros personajes.
Hacerlo, de manera subliminal le mantiene al malhechor el aura de autoridad y de jerarquía que le reconocen sus subalternos. Pero que no debería perpetuarle ni reconocerle el resto de la sociedad.
Es cierto: el trato del 'Don' es utilizado a menudo en el léxico mafioso.
Lo primero que se viene a la cabeza son las películas de El Padrino, y la figura de 'Don Vito Corleone' a quien en señal de respeto y de acatamiento los matones que lo seguían y ejecutaban sus sangrientas órdenes lo trataban de 'Don'.
Me pregunto que pensaría un Don Salvador de Madarriaga, un Don José Ortega y Gasset, un Don Jesús Mora, un Don Salvador Camacho Roldán, un Don Miguel Samper, un Don Mariano Ospina Rodríguez, un Don Aquileo Parra, un Don Miguel Antonio Caro o, por supuesto, el más importante de todos nuestros Dones: Don Quijote de la Mancha, si se enteraran que en el lenguaje de la crónica judicial y periodística de la Colombia del siglo XXI- para referirse a sanguinarios delincuentes- seguimos hablando de 'Don Berna', de 'Don Mario', o de 'Don Diego'.
El llamado de esta nota es, pues, para que construyamos una especie de pacto del lenguaje en virtud del cual les quitemos el 'Don' a estos sórdidos personajes del delito.
Para reservarlo a los grandes señores del pensamiento o de la empresa lícita como debe ser.
jotacrestrepo@yahoo.es
Finanzas
15 sept 2008 - 5:00 a. m.
El irritante uso del 'Don'
El irritante uso del 'Don'
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