Antonio ya está jubilado, tiene pocos parientes y es de clase media-baja; su principal afición son las apuestas. Son tres personas con diferentes realidades, pero con un problema en común: su adicción a uno o varios juegos de azar, los cuales han pasado a convertirse en parte central, y a menudo dolorosa y traumática, de sus respectivas vidas. Todos encajan dentro del perfil psicológico del jugador patológico, o ludópata, jugador compulsivo o adicto a los juegos de azar. Estas son iferentes denominaciones para un trastorno que es más complejo de lo que aparenta y que ofrece muchas más facetas de lo que se pensaba hasta ahora. "La ludopatía es la adicción psicológica o comportamental más vista en las consultas de atención primaria y de psiquiatría, una de las que conlleva consecuencias más graves para el individuo y la familia, y está presente en todas las clases sociales, independientemente del nivel de estudios e ingresos", señala el doctor José Ángel Arbesú Prieto, coordinador de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria. Según él, "el juego patológico puede asociarse a otros trastornos psiquiátricos como la depresión y la conducta suicida" (sobre todo en casos de ruina), y a alteraciones afectivas, familiares, sociales y laborales. "Los niveles de ansiedad suelen ser más elevados en los jugadores patológicos que en la población normal, y también son más frecuentes en los jugadores con síntomas psicosomáticos como cefaleas, insomnio, vértigo, dolores abdominales y dolor de espalda", explica. Sin embargo, hay que tener cuidado pues aunque los ludópatas tienen puntos en común, el "identikit psicológico de los afectados por la adicción al juego puede variar considerablemente de una persona a otra", pues no todos tienen las mismas motivaciones. Los ludópatas no sólo pueden clasificarse de acuerdo con su perfil psicosial (es decir, en cuanto a su entorno familiar, nivel económico y actividad laboral), sino según las características de su personalidad y el grado de equilibrio emocional y de adaptación a la sociedad, como han comprobado investigadores del Hospital Universitario de Bellvitge y de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). El juego patológico se ha definido como un fracaso progresivo y crónico para resistir el impulso de jugar y, en los manuales de trastornos mentales, se clasifica como un 'trastorno del control de los impulsos'. "Esta clasificación ha generado cierta controversia entre la comunidad científica debido a la elevada heterogeneidad que presenta este trastorno. Existen subtipos distintos de jugadores patológicos en los que no siempre la impulsividad es el rasgo más característico", señala Susana Jiménez Murcia, coautora del estudio y coordinadora de la Unidad de Juego Patológico del Hospital de Bellvitge. - Los resultados muestran cuatro tipo de jugadores compulsivos Los investigadores, que estudiaron los casos de 1.171 personas, han identificado cuatro tipos de jugadores compulsivos, diferenciados por sus características de personalidad y psicopatología asociada. Su estudio fue publicado en la 'Revista Canadiense de Psiquiatría'. El tipo I es "desorganizado y emocionalmente inestable", presenta rasgos esquizotípicos de personalidad, alta impulsividad, abuso de alcohol y sustancias, y alteraciones psicopatológicas. Suele empezar a edad temprana. El tipo II, o "esquizoide", muestra distanciamiento social y abuso de alcohol. Por su parte, el tipo III o "sensible a la recompensa" se caracteriza por elevados niveles de búsqueda de sensaciones e impulsividad, aunque sin alteraciones a nivel psicopatológico. Finalmente, el tipo IV o "de funcionamiento elevado" tiene un perfil de personalidad globalmente adaptado, sin trastornos por abuso de sustancias y sin alteraciones psicopatológicas asociadas.HELGON
Finanzas
07 may 2011 - 5:00 a. m.
LOS JUGADORES COMPULSIVOS un desorden que es más complejo de lo que aparenta
Pedro está casado, trabaja, tiene dos hijos, ya llegó al cuarto piso, es de clase media y no puede vivir sin sus partidas de póker. Ana es ama de casa, está cerca de los 50 años, y es aficionada a las máquinas tragamonedas.
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