A pocos edificios del Quicken Loans Arena -la casa de los Cavaliers de Cleveland-, un inmenso afiche de LeBron James da cuenta del inmenso fervor que despierta el basquetbolista en la ciudad.
En la imagen, un inmenso LeBron en blanco y negro de casi dos pisos de alto y 10 metros de ancho, extiende sus brazos como si fuera el rendentor del Corcovado. Y tal vez lo sea, ya que el baloncesto es la única religión de la que todos son creyentes en Cleveland.
Esta ciudad, afectada como la que más por la crisis económica mundial, trata de reinventarse después de la descolgada de la industria del acero. El desempleo acecha, el invierno pasado fue uno de los más crudos en toda su historia, los índices de violencia están al alza, pero la gente todavía sonríe porque LeBron está en su casa.
LeBron nació en Akron, Ohio, el estado al que representan los Cavaliers, el 30 de diciembre de 1984. No ha vestido otra camiseta diferente a la del quinteto de Cleveland, a pesar de ser tentado por equipos con más renombre como los Knicks de Nueva York y los Celtics de Boston.
Desde su temporada como novato (2003-2004) LeBron demostró que era un jugador diferente. En su primer partido en la National Basketball Association (NBA), la liga estadounidense profesional de baloncesto, anotó 25 puntos contra los Kings de Sacramento. Ese mismo año, se convirtió en el jugador más joven de la historia de la NBA en encestar más de 40 puntos en un juego.
Su talento, desde entonces, no ha parado de aumentar. Cada vez es más preciso, más ágil, más determinante, pero sobre todo, se ha hecho más solidario. LeBron brilla por sí sólo, y ahora entiende que la estela que produce es capaz de iluminar al resto del equipo.
En la temporada pasada, LeBron fue elegido como el Jugador Más Valioso (MVP, por su sigla en inglés) de toda la liga. Los Cavaliers avanzaron a la postemporada, aunque no pudieron llegar a la disputa del codiciado título porque los Magic de Orlando se atravezaron en el camino.
Este año, LeBron tiene todos los números para repetir su título como MVP. En los 76 juegos de temporada en los que participó, el número 23 de los Cavaliers anotó un promedio de 29,7 puntos por juego (sólo superado por Kevin Durant de Oakland); tuvo una media de asistencias de 8,6 por partido y de 7,3 rebotes.
En el portal oficial de la NBA (nba.com), encabeza la lista de candidatos para quedarse con el reconocimiento, seguido Dwight Howard de los Magic de Orlando y del astro de los Lakers de Los Ángeles, Kobe Bryant.
Pero LeBron sabe que el título que realmente necesita la ciudad es el de la NBA, una posibilidad cercana, ya que el equipo terminó el año con el mejor récord de toda la liga: 61 partidos ganados y 21 perdidos.
La postemporada que este sábado comienza tiene en vilo a Cleveland. Seguramente el Quicken Loans Arena estará a reventar, como sucedió a lo largo de la temporada regular; de ganar el título de la NBA, el inmenso afiche de LeBron podría crecer hasta el cielo.
Los mosqueteros que se unen por Cleveland
Además de contar con la súper estrella LeBron James, los Cavaliers de Cleveland han logrado armar un equipo de primerísimo nivel para este año. Uno de los mayores atractivos del equipo es el ya veterano Shaquille O'Neal, quien se perdió parte de la temporada por una lesión en el dedo, pero quien seguramente estará a la hora de disputar el título.El guardia Mo Williams es otro de los más aclamados por la afición en el Quicken Loans Arena, y se ha convertido en una letal arma a la ofensiva. Otro de los ídolos del equipo tiene acento portugués. Se trata del brasileño Anderson Verajao, quien se ha ganado el cariño de la hinchada por su agresividad y fortaleza cada que entra a la cancha.
Además, existen nombres que ya no son sólo conocidos en Claveland, sino que también tiene su propio eco en la NBA son: Delonte West, Antawn Jameson, jamario Moon, Anthony Parker, Zydrunas Ilgauskas y Jawad Williams. El quintento es dirigido por Mike Brown, que lleva cuatro temporadas al frente del equipo.