Pero es en estos momentos en donde se aprenden lecciones valiosas para el futuro. La primera y la más importante es el costo inmenso de ignorar la realidad. En todos los tonos se le advirtió al Gobierno, desde principios de año, que la situación económica era difícil porque la desaceleración se había iniciado desde finales del 2007 por errores de las estrategias gubernamentales. Se le demostró que cuando llegó la crisis internacional, ya la economía colombiana había perdido dos puntos de crecimiento y que por lo tanto se requería actuar de inmediato. Se clamó por una política anticíclica y sobre todo, por la necesidad de desarrollar programas de empleo. El equipo económico se negó a atender las alertas porque venían de la oposición e insistió en que el país estaba blindado. No sólo no lo estaba, sino que gracias a desconocer la realidad, la situación actual de Colombia es peor que la del promedio de A. Latina. La economía local está estancada mientras en el 2010 la región crecerá más del 4 por ciento. Una segunda lección es que no se debe politizar la economía, mensaje tanto para el Gobierno como para los gremios de la producción. Que el Gobierno se niegue a ver la realidad es medio entendible pero, no excusable por las inmensas consecuencias que se derivan de su actitud. Pero que los gremios de la producción le hagan eco al Gobierno es absolutamente inaceptable. La única explicación posible es que el haber recibido inmensos subsidios y prebendas tributarias, le permitió a sus afiliados tener un colchón para resistir, pero se olvidaron de la responsabilidad social. La tercera lección es que un país que no escucha a sus expertos está destinado a estrellarse. Las advertencias sobre la crisis fueron desconocidas, tanto por el Gobierno como por muchos dirigentes del país, obsesionados con la Seguridad Democrática y con el respaldo al Presidente. La academia colombiana tiene que salir del oscurantismo y perderle el miedo a pelear con el gobierno de turno. Muchos lo hacen pero no todos y los costos son inmensos para el país. La lección final, y probablemente la más crítica, es que la economía sí importa. Mucho más de lo que el señor presidente Uribe, los gremios y algunos cacaos, quieren aceptar. CECILIA LÓPEZ MONTAÑO Senadora de la República cecilia@cecilialopez.com HERJOS
Finanzas
12 ene 2010 - 5:00 a. m.
Las lecciones del 2009
El 2009 fue un año muy difícil. Para el Gobierno porque se le acumularon numerosos escándalos: los negocios de los hijos del presidente, Agro Ingreso Seguro y las chuzadas del Das, entre otros. Difícil para el sector productivo que ha visto caer sus principales sectores como la industria, la agricultura, el comercio y las exportaciones. Para la gente: demasiada pobreza y miseria, no obstante la bonanza; la tasa de desempleo más alta de América Latina; empleo precario por doquier, la salud colapsada, universidades públicas en crisis y, sobre todo, la inseguridad en las ciudades que está acabando con la tranquilidad que se decía era la gran conquista del Gobierno. Y a lo anterior, deben sumarse los ataques guerrilleros en las zonas rurales y el aislamiento internacional de Colombia.
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