El programa de desarrollo, que abarca una superficie de unas 17 cuadras de largo por seis de ancho, producirá cambios radicales en un barrio cercano a la antigua ciudad imperial y la Plaza Tiananmen, que data de más de cuatro siglos a la época de la dinastía Ming.
Recibe su nombre del imponente portón Qianmen que significa 'portón frontal', el cual fue, en algún momento del pasado, una entrada a la ciudad.
Ahí solía existir una zona vibrante en la época imperial, con prostíbulos, fumaderos de opio y comercios que ofrecían curas médicas, caligrafía y seda.
Ahora, el Gobierno en el distrito Chongwen de la capital, que incluye Qianmen, está remodelando el área con la ayuda de Pan Shiyi, el fundador de Soho China, uno de los promotores inmobiliarios más exitosos de China.
Soho planea controlar el 49 por ciento del proyecto y adquirir los derechos de promoción urbana.
El nuevo esquema incluye un hotel boutique, ubicado donde antes había casas bajas con patio interior, símbolo de la vieja Beijing.
Por eso, cuando los maratonistas olímpicos pasen por este histórico vecindario en agosto, las fachadas de ladrillos grises con aleros curvos de color rojo y oro solo lucirán como si fueran producto de la arquitectura china tradicional.
"Tengo un dicho: el Beijing antiguo no es sólo para el pueblo chino sino para todo el mundo", dijo Zhao Gengjun, de 50 años, cuya familia fue desalojada después de haber vivido en la misma casa durante cinco generaciones. "Pero quieren demolerlo y construir simulacros de casas después que se haya ido toda la gente común".
Intento fallido
No se suponía que fuese así. Alarmada por la destrucción del antiguo Beijing, la municipalidad accedió en el año 2002 a preservar 25 áreas históricas, incluyendo parte de Qianmen. En ese mismo año, el Gobierno nacional prometió, en un Plan de Acción Olímpica de Beijing, que prestaría 'especial atención' a la conservación edilicia en dichas zonas.
Pero la destrucción ha continuado, y se ha acelerado en algunos casos, en medio de un auge de la construcción que está transformando la ciudad. Los promotores inmobiliarios y los gobiernos locales que controlan los permisos se benefician con ese auge, y sus intereses han prevalecido, así como los de los comerciantes que quieren estar allí.
Los Juegos Olímpicos, al final, alimentan esta tendencia a medida que el mismo Gobierno ha asumido una remodelación de la ciudad por 40.000 millones de dólares.
Actualmente quedan unos mil hutongs, las famosas callejuelas antiguas de Beijing, una tercera parte de las que había en 1950.
Preservar algunos edificios traicionales
Sun Yunyu, de 55 años, ex residente de Qianmen, recuerda cuando jugaba de niña entre los viejos muros de la ciudad y cuando nadaba junto a sus amiguitos escolares en un arroyo que serpenteaba entre las callejuelas. Los muros de la ciudad fueron derribados en un intento por industrializar la ciudad que comenzó a fines de la década del 50.
Sun dijo que la policía y efectivos de seguridad la desalojaron de su casa mientras éstos sacaban los muebles. Ahora, la que fue su casa está semidemolida detrás de una cerca metálica erigida en torno a un área de construcción.
"Se protege la cultura china cuando uno puede cuidar de su propia casa y pasarla de generación en generación" dijo Sun.
"Así fue como hemos educado a nuestros hijos, pero las cosas se han encaminado en forma diferente".
Xie Chensheng, presidente honorario de la Asociación de Reliquias Culturales Chinas, afiliada al Gobierno, defiende el proyecto. Dice que ayudó a persuadir a las autoridades de Chongwen a que abandonaran su plan de construcciones modernas y que en cambio reconstruyeran la zona en el estilo tradicional.
El proyecto de Qianmen preservará un 3 por ciento de la zona de desarrollo de 360.000 metros cuadrados, según documentos de Soho presentados el año pasado para cotizarse públicamente en la bolsa de Hong Kong.
Los planes disponen la preservación de 11 edificios históricos, aunque no está claro cuáles quedarán.