En la mañana Marina Hernández analiza muestras de laboratorio, en la tarde es profesora de biología, los fines de semana organiza eventos y en diciembre vende pavos.
Sus múltiples ocupaciones son una "estrategia para mejorar el ingreso" y un reflejo de la condición de los maestros, que se debaten entre la exigencia de altos estándares de cualificación profesional y el desestímulo salarial.
Esa doble presión a la que están sometidos muchos educadores en el país fue una de las conclusiones del análisis de la condición de los profesores que realizó a finales del 2008 Marcela Bautista, investigadora de sociología de la educación de la Universidad Nacional, con base en la aplicación del estatuto docente del 2002.
Esa norma, denominada también "de profesionalización docente", les exige mayor formación y les da cabida a otros profesionales para ser maestros.
"Lo que buscamos es que entren los mejores, gente preparada", señala Isabel Segovia, viceministra de educación preescolar, básica y media. Y pese a que el objetivo es loable, la medida ha sido criticada por los profesores como una "despedagogización de la enseñanza".
De acuerdo con Senén Niño, presidente de la Federación Colombiana de Educadores (Fecode), desde que rige esta regla "se permite el ingreso de cualquiera" a la docencia y eso "está golpeando fuertemente la calidad".
Pero, según Segovia, "no ha sido masiva la entrada de otros profesionales" al cuerpo docente, y en todo caso, los que llegan han superado entrevistas, revisión de antecedentes, y "deben hacer un curso de pedagogía para ser nombrados".
Faltan estímulos a maestros
Pero el asunto va más allá de su llegada. "No hay estrategias de retención" de esos profesionales en el sistema, dice la socióloga Bautista, para llamar la atención sobre el nivel salarial de los docentes, que está entre 930 mil y poco más de 4 millones.
Algunos normalistas y licenciados "deben ir al rebusque para organizar con dignidad su familia", dedicando tiempo a actividades fuera de su labor docente, lamenta el presidente de Fecode.
Como le pasa a Hernández y a Norbey Quiceno, quien dictaba clase de 5 a.m. a 11 p.m., en tres jornadas escolares, para poder "cumplir sus compromisos económicos".
El nuevo estatuto plantea claros mecanismos de ascenso, como un reconocimiento a la capacitación. El salario aumenta según los resultados de evaluaciones de desempeño o por títulos de postgrado, pero conseguirlos no es tan fácil.
Dificultades para estudiar
"¿Quién tiene dinero para un posgrado cuando gana en promedio 2 millones de pesos al mes para sostener una familia?", pregunta Bautista.
Es lo que le pasa a Quiceno, quien por falta de dinero no ha podido hacer una maestría, que cuesta alrededor de 20 millones de pesos.
Para esos casos, las secretarías de educación municipales ofrecen ayudas económicas. En Bogotá, por ejemplo, en los últimos tres años 492 profesores han recibido financiación de hasta el 70 por ciento para estudios de posgrado, y de acuerdo con Óscar Sánchez, director de Formación de Docentes, la meta para este año son 120.
Y aunque admite que son pocos frente a los 31.000 docentes de la ciudad, destaca la alta inversión que se hace, que para el 2009 es de 1.300 millones de pesos.
Sin embargo, si Quiceno fuera uno de los beneficiados, tendría en todo caso que dejar de trabajar una jornada y como consecuencia se reducirían notablemente los ingresos familiares.
Y hay otras situaciones, como la de la profesora Hernández, quien realizó una maestría en microbiología en la Universidad de los Andes pero no se ve reflejada en su salario porque, aunque está relacionada con la materia que enseña, sólo son válidos los estudios en educación.
Así, parece confirmarse una teoría de Bautista, para quien mientras no haya una política clara de capacitación "el intento por mejorar puede resultar estéril pues se configurará un cuerpo de docentes menos calificado y poco motivado por su profesión".
Finanzas
18 may 2009 - 5:00 a. m.
Maestros se encuentran entre la exigencia de calidad y los apremios salariales
El plan de mejoramiento de la calidad pone a los profesores bajo doble presión. Planes y recursos de capacitación de las secretarías de educación no dan abasto.
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