El Upper East Side era, ni más ni menos, un gueto de clase alta. No había otras zonas a donde se pudiera ir, salvo por 'islotes' residenciales, como Sutton Place y Grammercy Park. En el oeste de la ciudad (West Side), sólo se salvaba Dakota House, en el 1 West de la calle 72, donde años más tarde viviría John Lennon. Al East Village se iba una vez, para conocer a Washington Square y no volver. Harlem estaba fuera de los límites permitidos, así mi hermano, nuestro padre y yo hubiéramos ido en metro a recorrer algunas cuadras y compartir la sensación de malestar y pobreza que generaba. Evitaban de noche el distrito financiero quienes no tuvieran razón para permanecer allí. Esta segregación absurda también se amparaba en una inseguridad real. La secretaria de un embajador europeo ante la ONU había sido acuchillada mientras caminaba a lo largo de Central Park. Entonces, como ahora, estaba prohibido adentrarse a pie en ese estupendo parque tras las 11 p.m. El metro también era riesgoso y siguió siéndolo hasta cuando la policía neoyorkina apostó un agente en cada vagón. Aún no había sido expedida la Ley de Derechos Civiles (Civil Rights Act), promovida por John Kennedy y firmada por Lyndon Johnson (1964), y la otra segregación imperaba legalmente en el sur de EE. UU. Para los afroamericanos marginados del norte, esta situación inaceptable y humillante no pocas veces se expresaba en forma de hostilidad hacia los blancos: en la calle, las tiendas, el metro... Cuando de hispanos se trataba, venían en mente portorriqueños, chicanos y cubanos anticastristas recién salidos de la isla. Estaban poco representadas las demás culturas. En toda Nueva York moraban 50.000 colombianos: la vigésima fracción del número de compatriotas hoy asentados allí. Eran muchos los descendientes recientes de europeos, incluidos italianos, irlandeses, judíos escapados del nazismo o que habían inmigrado en los treinta y ex pobladores de una Europa Central y Oriental subyugada por el comunismo. No así los asiáticos, salvo que se visitara a Chinatown o la costa oeste. También recuerdo a Little Italy y Little Germany, entre otros barrios étnicos. La población de NYC ha aumentado marginalmente (5%) a lo largo del último medio siglo mientras la de Manhattan disminuía de 1,7 a 1,6 millones. Se ha disparado la diversidad cultural y racial, y hoy a menudo coexisten brasileños, chinos, colombianos, coreanos, griegos, haitianos, indios, jamaiquinos, mexicanos, salvadoreños y distintas culturas islámicas, en un entorno de seguridad (casi) generalizada. Con excepción del Harlem tradicional (distinto al East Harlem latino), la finca raíz está más cara que nunca y los llamados preppies se instalan con facilidad en el sur y oeste de Manhattan, Brooklyn y Queens. Felizmente, la realidad de hoy dista cada vez más de la triste caricatura que me llevé conmigo al salir de Manhattan en 1963. tomasuribemosquera@gmail.com HELGON
Finanzas
12 may 2011 - 5:00 a. m.
Manhattan hace 50 Años
En 1961 vivíamos en la calle 72 entre Park y Madison.
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