Como una mancha, se extienden por Internet las fotografías y videos que muestran imágenes de la tradicional matanza de ballenas en las islas Feroes, dependencia geográfica de Dinamarca. En lo que parece la imagen de una película del género gore -aquel que se solaza en las escenas de cruenta violencia gráfica-, se ve a cientos de "pescadores" -en realidad, carniceros- cuando matan y destazan con garfios y cuchillos a decenas de ballenatos y cetáceos de mediano tamaño.
Es tan formidable la masacre, que las aguas de la bahía se tiñen de rojo y la playa se llena de cadáveres destripados.
Hace tres semanas, en Islandia, otro país del norte europeo con reputación de civilizado, fue muerto a balazos un oso polar que había logrado llegar a las costas de Saudarkrokur por efecto del deshielo del Ártico. En este caso no se celebraba ningún jolgorio tradicional, como en el caso de las ballenas, pero la Policía no encontró mejor recurso para controlar al ejemplar en vía de extinción que dispararle.
El caso de estos dos países merece ser conocido en el mundo entero, pues, con Japón, forman parte del club de mayores depredadores de cetáceos. Sobra decir que se oponen al frente común integrado por una amplia mayoría de naciones que el pasado 26 de junio repudió en Santiago de Chile una propuesta danesa para ampliar el permiso de cacería de ballenas en Groenlandia. Islandia había sido la primera en quebrar la moratoria mundial a la cacería de ballenas con fines comerciales. Por primera vez en 20 años, un barco islandés arponeó hace dos años una ballena. Era el anuncio oficial de que el país se disponía a ignorar la veda de grandes cetáceos. Pero si Dinamarca alega costumbres centenarias de un cruel folclor, Japón, a su turno, se escuda tras otras excusas para promover la caza de ballenas. Pese a la veda establecida en 1987, ha dado muerte a 7.650 ballenas con pretextos científicos.
Colombia, que recibe cada año a las maravillosas ballenas yubartas en el Pacífico, adhirió recientemente a la Comisión Ballenera Internacional y en su Congreso avanza un proyecto de ley para adoptar la Convención y el Protocolo para la protección de las ballenas. Positiva actitud que contrasta con esta horripilante matanza perpetrada por algunos que, unas semanas después, a lo mejor levantan pancartas en las que se pide abolir las corridas de toros.