El alcalde de Granjeno, Alberto Magallán, dijo que su pequeño pueblo quiere luchar. Pero con un solo negocio -una compañía de transportes agrícolas y bar- y un ingreso per cápita de 9.000 dólares, es improbable que puedan hacer otra cosa que vender. Manuel Olivarez hijo, un vendedor de maderas de 63 años, cuenta que las casas de su hija y de su hermano no serían afectadas, pero que el muro atravesaría sus jardines posteriores. Y Olivarez teme que la Patrulla Fronteriza pase muy cerca de la casa de su hija todos los días. Probablemente si saca la mano por la puerta trasera, un jeep de la Patrulla Fronteriza se la golpeará, comentó con una sonrisa nerviosa. Gloria Garza manifestó su preocupación por que el muro destruya el pueblo donde ha pasado toda su vida. Mi mayor temor es ver que Granjeno desaparezca, dijo la mujer. Ese es realmente mi mayor temor. Me parte el corazón.
Finanzas
17 nov 2007 - 5:00 a. m.
Por la mitad de las casas y de sus vidas
Los residentes de Granjeno, muchos de los cuales han puesto carteles con la leyenda No al muro fronterizo en sus automóviles y jardines, dicen que les han asegurado que recibirán compensación justa por toda propiedad incautada por el Gobierno.
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