Otras mujeres que como ella, hacen todo lo posible por sacar a sus hijos adelante.
Como si haber educado a su prole, que además le aportó 22 nietos, no fuera suficiente, Ana se puso en la tarea de "hacer algo importante antes de morir" y así fue como hace más de cuatro años empezó a recibir en su casa en Nabusímake (Cesar) a niños arhuacos, para alimentarlos, pues estaban desnutridos y le partían el corazón.
Su idea recibió el apoyo de extranjeros y colombianos, que van a este pueblo indígena y se hospedan en su casa, que es una de las que ofrece ese servicio para los turistas. Esos amigos de afuera le dieron los primeros apoyos, así como el Bienestar Familiar, que le aportaba una minuta con alimentos.
"Mi mamá siempre ha cocinado en olla grande para ofrecerle a quien llegue, y si no alcanza, pues le da su plato, ya que cree firmemente en la idea de que donde come uno comen diez", dice Sandra Esther, una de sus hijas.
Lo que comenzó con 12 niños que iban a diario a almorzar a la casa de la Sirena, como todos conocen a Ana desde que era bebé, poco a poco se fue ampliando. Ahora en el kiosco que le ayudaron a construir cuenta con capacidad para 50 niños, muchos de los cuales llegan desde la hora del desayuno. Además, ahora, con una de sus hijas, les ayuda con su educación. Así funciona el Hogar La Sirena, por el que Ana recibió el Premio Especial de PORTAFOLIO.