El asesinato de dos militares nicaragüenses en una emboscada tendida en una inhóspita comunidad indígena en la Costa del Caribe de Nicaragua pone al descubierto algo que es un secreto a voces en esta empobrecida nación: la presencia, cada día más peligrosa, de bandas del crimen organizado.
El 8 de diciembre del 2009, un grupo de nativos de la comunidad de Walpasiksa, ubicada en la Región Autónoma del Atlántico Norte (Raan) de Nicaragua, acechó a tropas combinadas del Ejército y la Policía que se dirigían a investigar una avioneta de las mafias del narcotráfico colombiano caída en ese lugar adverso y costero, habitado en su mayoría por indígenas miskitos.
En esa emboscada, dirigida presuntamente por el narcotraficante colombiano Amauri Paudd Ruiz, también conocido como 'José Alberto Ruiz Cano', y ejecutada por nativos a sueldo, perdieron la vida dos militares y otros cuatro resultaron gravemente heridos, al igual que un agente de la policía.
La reacción a ese ataque armado, el primero de ese tipo que se da en Nicaragua contra una patrulla militar o policial, no se hizo esperar. El Ejército inició una cacería en Walpasiksa en la que dio muerte a un supuesto sicario, hirió a otro y detuvo a una veintena de nativos bajo la sospecha de haber participado en esa encerrona contra la patrulla oficial.
Los indígenas residentes en Walpasiksa huyeron de la zona por temor a los militares y los líderes miskitos acusaron al Ejército de perseguir y reprimir a los vecinos de esa comunidad.
Tras ese ataque armado del narcotráfico contra los militares, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, reconoció que su país está siendo "azotado por la epidemia del narcotráfico y el crimen organizado".
Para Ortega, el narcotráfico se ha aprovechado de la pobreza y el aislamiento de las aldeas indígenas de la región del Caribe, por donde circula la droga desde el sur con destino a Estados Unidos, principalmente.
"Allí están las comunidades (indígenas caribeñas) que sirven de base de operaciones para los narcotraficantes, para el crimen organizado, y que poco a poco han ido penetrando algunas de estas comunidades. Tenemos que admitirlo, tenemos que reconocerlo, para poder enfrentar mejor esa enfermedad", señaló Ortega.
El Mandatario ordenó preparar un plan integral de orden económico, social y ético para "sensibilizar" a los indígenas porque, según dijo, los carteles de la droga de Colombia, Estados Unidos y México quieren controlar el territorio nicaragüense. Tras el ataque armado en la comunidad de Walpasiksa, las autoridades han declarado la guerra al crimen organizado.
Guerra declarada